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La vía alemana

as encuestas pronostican una fuerte pérdida de votos por parte del PPCV. La tendencia es tan remarcada que incluso ya no salen los números para un hipotético pacto con UPyD, tabla de salvación a la que se han agarrado los populares para intentar disimular el olor a bancada de la oposición que les impregna el cuerpo a un año y pico de los comicios municipales y autonómicos. Es cierto que el plazo todavía es amplio y que existen incógnitas no resueltas, como una convocatoria conjunta con las generales o la evolución de la situación económica y de las cifras del paro, que pueden tener una incidencia significativa sobre el resultado. Sea como fuere, Alberto Fabra ha tomado consciencia de la situación y ha empezado a mover ficha en la única dirección en la que puede para frenar la sangría de votos: limpiar las candidaturas de imputados y lavar la imagen del PP echando a los procesados de las instituciones en la medida de su fuerza y debilidad, como lo demuestran la dimisión de Angélica Such, la larga cambiada que le está dando Milagrosa Martínez y el ruido de sables que está provocando el sector campista con las líneas rojas, que prefiere estar antes muerto que sencillo. Pero ese no es el único objetivo del jefe del Consell. Fabra sabe que si pierde la mayoría absoluta sólo puede mantenerse en el gobierno con un pacto, que esa vía estaría cerrada si lleva en sus listas a políticos investigados por casos de corrupción y que aunque las encuestas empiecen a no cuadrar con UPyD existe otro acuerdo que ya se acaricia en algunos círculos políticos y empresariales, el del entendimiento con el PSPV. El argumento para sostenerlo tiene base: sus programas económicos reales están más cerca que el de los socialistas con Compromís y EU. El PSPV celebra hoy primarias para elegir a su candidato. El resultado puede decir mucho de las posibilidades de éxito de la vía alemana.

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