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BÁRBAROS INCORREGIBLES

CASTING

Es tan ridículo como excepcional que el Oscar a la mejor película no venga acompañado por el de mejor director. Le ocurrió a Hitchcock con «Rebeca» y John Ford fue el mejor director por «Las uvas de la ira» aquel año. Pero hablamos de una etapa insuperable del cine que ahora mancillan mediocridades sobre el pecado original esclavista o actores cuyo único mérito pertenece a su cirujano plástico. Prefiero el cine español. Berlanga hubiese arrasado con Fabra, Milagrosa, Rus, Rita y Sonia tanto en la categoría de documental como en el de mejor película extranjera, ya saben, esos bodrios iraníes o senegaleses que los críticos alaban presumiendo que ningún iraní ni senegalés se prestaría a interpretar ciertos papeles. El cine español posee la ventaja del realismo: piensen en las elecciones, ese proceso en que elegimos a administradores honrados y capaces, y a continuación observen al grupo de nominados del PP al mejor imputado mientras Fabra sopesa entregar un Óscar colectivo.

QUOD NATURA NON DAT, BLESA NON PRAESTAT

Ha declarado Miguel Blesa, antiguo responsable de Cajamadrid, que «los jubilados no son ignorantes financieros» aludiendo a la colocación de preferentes entre los clientes de su entidad. Pasemos por alto la evidencia de que los jubilados sí son ignorantes financieros y de que existe la certeza íntima de que quien ofrecía esos productos sabía que los jubilados firmaban su ruina; también pasemos por alto que el Banco de España supo o debió saber qué se estaba perpetrando y no obstante alargó la agonía de los «ignorantes financieros». El régimen ha reducido a la indigencia a miles de familias que confiaron en su gestor bancario de toda la vida y ahora son un apunte contable que discuten De Guindos y su colega austrohúngaro en Bruselas mientras engullen un cruasán. Bien, Díaz Ferrán, un amigote de Blesa actualmente enmanillado en Alcalá-Meco, ha declarado al juez que él nunca supo de preferentes. Claro, se idearon para expertos financieros como el chófer de Blesa ¿No les sorprende que Florentino, Villar Mir, Botín y el resto del palco del Bernabéu tampoco suscribieran preferentes?

LA FORTALEZA

En Crimea llevan dos semanas de tiros cruzados, matonismo de gimnasio y reporteros suplicando a los heridos que se retuerzan para que Matías Prats pueda cubrir su minuto de gloria. Tras las imágenes, un ejemplo cristalino de cómo la geoestrategia puede originar un conflicto entre comunidades. Ocurre que Rusia no puede prescindir de la península de Crimea porque es una vía comercial de ringorrango y un enclave militar indispensable. El final de la crisis es obvio si alguien se molesta en consultar dos entradas en cualquier enciclopedia: «Sebastopol» y «Dardanelos». Después todo se lustra con la carga de la brigada ligera, el poema de Tennyson y una partida de saqueadores cosacos mientras los cancilleres europeos consuelan a los ucranianos con un «hay vida más allá de Crimea» o así.

VIKINGA

Un aspecto que pasa desapercibido muchas veces es el de creer que un político no sufre en el ejercicio de su cargo. Fernández Díaz es un mal ministro del Interior, pero intuyo que sufre problemas digestivos, duerme mal y reza excesivamente precisamente por ser ministro del interior. Es imposible imaginar a Bono o Zaplana pagando ese peaje físico y espiritual. A Fernández Díaz le duele que una comisaria sueca de cuota haya injuriado a la Guardia Civil por una tragedia de la que los suecos siempre se verán libres salvo si los subsaharianos optan por invadir Europa a través del Báltico. La comisaria no sabe una palabra de lo que ocurre en Melilla y le trae sin cuidado, ya que se presenta a unas elecciones dentro de unos meses y los suecos votan a quien les asegura que los bárbaros españoles son incorregibles. Lo importante es que los negritos no aparezcan por Estocolmo.

LOS NÚMEROS DEL HAMBRE

Esta mañana me han pedido un cigarrillo. Son aproximadamente veinticinco céntimos de euro (rehúso traducirlos a pesetas porque sufriría un berrinche consumidor) y me he negado no por el precio, sino por caballerosidad: quien me suplicaba el cigarrillo era una anciana que jamás volverá a cumplir los ochenta y no había desayunado a todas luces. Eran las ocho y cuarto, una hora idónea para que los funcionarios «todavía no estén», los críos somnolientos acarreen sus mochilas y apenas circulen coches de alta gama pero sí los de los contables de baja gama que garantizan la alta a sus patronos. La mujer estaba sola, eso era evidente, y tenia hambre, algo mucho más evidente ya que ha intentado mordisquearme. La miseria no es desconocida en España, tampoco la picaresca, pero sí el frío impertinente en un país caluroso que ha atraído las siete plagas tras lustros de fantasía opulenta. Naturalmente, la he invitado a desayunar mientras comparábamos nuestras respectivas balanzas fiscales, tal que Monago y Mas regateando una décima de financiación.

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