La comisaria de Interior, Cecilia Malmström, se ha reafirmado el pasado lunes, tras reunirse con el ministro Jorge Fernández Díaz, en que la utilización de material «disuasorio» por parte de la Guardia Civil durante los incidentes de Ceuta del pasado 6 de febrero, en los que murieron 15 personas, pudo contribuir a generar «pánico» entre los inmigrantes que trataban de llegar a España.

Difícil lo tiene la comisaria europea cuando se niegan reiteradamente las dramáticas imágenes de la realidad, no obstante ha expresado que espera que la investigación judicial aclare esta cuestión.

La mayoría de estos inmigrantes han recorrido caminando medio continente africano durante muchos meses, acampan en condiciones miserables en Marruecos, son apaleados habitualmente, y les requisan lo poco que les pueda quedar, y así y todo el ministro del Interior dice que son agresivos, violentos, arrojan piedras, armados de... palos.

Bruselas afirma que eso de las devoluciones «calientes» son para la Unión Europea ilegales. Toda persona que llega a las fronteras de la UE tiene derecho a pedir asilo, refugio, en realidad todos serían refugiados, huyendo del hambre, de la violencia, de guerras, y las autoridades al menos tendrían que dar la oportunidad a esas personas a poder explicar su situación.

Si el Gobierno del señor Rajoy pretende resolver el problema de la inmigración ilegal se equivoca. Agrediendo a personas que indefensas vienen nadando hacia una frontera móvil, hoy aquí mañana allí, según se ordene a los guardias civiles ubicarse, sólo consigue que quince personas o más mueran ahogadas. Está demás decir que esos guardias civiles recibieron órdenes. Las autoridades fingen defenderlos pero como no dicen quién dio las órdenes correspondientes, ellos entonces son los responsables de la tragedia. El hilo se corta por lo más delgado. ¿Si un guardia civil se hubiera negado a lanzar pelotas de goma, botes de humo, disparar balas de fogueo (hacen el mismo ruido) se le hubiera sancionado? Y ahora verbalmente la Guardia Civil establece que no se usen pelotas de goma en Ceuta y Melilla.

Llegan las «manadas» (así los definió el director de La Razón en televisión). Estas personas, que arriesgan la vida para mejorar sus vidas y las de sus familias tienen claro que no quieren ser manada.

Se habla de 30.000 inmigrantes en Marruecos preparándose para el asalto. ¿30.000? En el mundo más de mil millones de seres humanos sufren hambre, violación de sus derechos más fundamentales, guerras crueles, el cambio climático los obliga a abandonar sus tierras.

Complicado lo tiene la Unión Europea cuando se niegan los hechos y actuaciones que se han llevado a cabo en la frontera de Ceuta y que han sido ampliamente difundidas por los medios de comunicación. Difícil también obviar que el hambre golpea, incesante, las puertas de Europa (Ceuta, Lampedusa?).

No obstante, Bruselas comienza a percibir indicadores de alarma.