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Vicente Magro Servet

La autocreación de empleo

Los problemas que tienen los ciudadanos para encontrar ese tesoro muy oculto que supone un puesto de trabajo está llevando a un tremendo esfuerzo de imaginación para aquellas personas que han tenido que pasar por ese mal trago de haberse quedado sin puesto de trabajo y, también, para aquellos que lo buscan por primera vez. Estos últimos, que son las decenas de miles de jóvenes que terminan sus cada vez más largos periodos de formación, llegan a esa línea de salida después de pasar por un largo aprendizaje para estar en condiciones de exhibir un currículo que les haga más sencillo encontrar un puesto de trabajo. Pero las facilidades son pocas y los esfuerzos tienen que multiplicarse cada vez más para poder poner en práctica todos esos conocimientos que han adquirido tras muchos años de esfuerzos, de pasar duros exámenes, de hacer master, de aprender idiomas, de que ellos, trabajando en lo que podían para pagarse los estudios, y/o sus padres, hayan realizado un tremendo esfuerzo para conseguir los conocimientos que ahora esperan que les abran las puertas de un trabajo.

Pero la cuestión es que, incluso, para los que tienen la fortuna de encontrarlos resulta que, o no se adecúa a lo que realmente estaban preparados o se habían formado y esforzado, o los salarios son realmente desproporcionados para el trabajo que se realiza y rozando el salario mínimo profesional. Para muchos es mejor esto que nada, pero no deja de ser desmoralizante que después de tanto esfuerzo acabes haciendo algo que no te gusta, o con una desproporción entre la cualificación del trabajador y el salario que por ello se percibe. Por todo ello, ante las alternativas a la bajísima oferta en la cantidad de empleo y de la calidad de los que se ofrecen por no ajustarse a la valía del que lo busca se impone lo que se llama la autocreación de empleo. Porque las cifras que el propio Parlamento reconoce en la Exposición de Motivos de la Ley de emprendedores 14/2013, de 27 de septiembre son importantes, ya que se destaca que entre 2008 y 2012 se han destruido casi 1,9 millones de empresas en España, más del 99,5 por ciento de ellas con menos de 20 asalariados, frente a la creación de 1,7 millones de empresas, a pesar de la grave situación del desempleo en España. Teniendo únicamente en cuenta a los jóvenes empresarios, la situación de España se vuelve especialmente dramática durante la crisis, habiendo el número de empresarios de 15 a 39 años registrado una caída de más del 30 por ciento desde 2007 a 2012. Además, aunque el desempleo no solo es patrimonio de los jóvenes, sino que personas que han trabajado toda la vida se encuentran ahora en paro con edades entre los 40 y 55 años, resulta que uno de los graves problemas de la economía y sociedad española es la alta tasa de desempleo juvenil, que para el caso de los menores de 25 años duplica la media de la UE-27. Por ello, se hace constar que las causas de ello hay que buscarlas, además de en algunas deficiencias que han venido caracterizando a nuestro modelo de relaciones laborales, en la ausencia de una mayor iniciativa emprendedora entre los más jóvenes que haya llevado, ante la falta de oportunidades de trabajo por cuenta ajena, a unos mayores niveles de autoempleo capaces, a su vez, de generar más empleo. Para invertir esta situación, es necesario un cambio de mentalidad en el que la sociedad valore más la actividad emprendedora y la asunción de riesgos. Pero entendemos que para que ello sea viable hay que facilitar fiscalmente, y con ayudas e incentivos y créditos blandos a quienes quieren apostar por la vía de la autocreación de empleo, y que estos préstamos se entreguen de verdad, no que se anuncien y luego se exijan decenas de requisitos inasumibles por quienes tienen ideas y no pueden llevarlas a la práctica. Por ello, en este contexto debemos concentrar esfuerzos en legislar para facilitar esa autocreación de empleo, pero, también, sin olvidar que el sistema legislativo debe arropar a los que ya lo tienen, porque, por ejemplo, en relación a la iniciativa legislativa sobre los servicios profesionales es preciso recapacitar sobre si esta va a destruir muchos de los ya existentes, porque desregular el mercado profesional de las actividades profesionales no va a crear más empleo, sino que puede poner en peligro a los que ya lo tienen, como están destacando todos los colectivos profesionales. Bajo esta línea apostemos por favorecer la autocreación de empleo y ayudemos a mantener el suyo a los que ya lo tienen. No sea que por buscar fórmulas nuevas obtengamos el efecto contrario al pretendido.

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