En este mes de febrero, concretamente el día 10, se cumplen 270 años de la aprobación de la primera norma urbanística que se aplicó en lo que hoy es Sant Vicent del Raspeig. Ese día referido de 1744, el Ayuntamiento de Alicante comisionó a dos de sus regidores para amojonar y deslindar el terreno adyacente a la Iglesia, autorizando las primeras viviendas. Lo que significó el inicio del caserío de Sant Vicent, origen del actual municipio.

Dicho acuerdo sienta las bases del primer urbanismo sanvicentero. Y es la primera vez que se puede hablar de urbanismo en Sant Vicent, entendido éste como ciencia de ordenación racional de una urbe. La estructura formada por el templo parroquial y la anexa «casa del cura» es el elemento que va a definir la ordenación del nuevo caserío, conformando la alineación de las primeras calles.

La efemérides cobra actualidad en un momento en que el municipio sanvicentero se encuentra en el proceso de revisión del vigente Plan de Ordenación Urbana. Y aunque dicho plan está lejos de haber alcanzado las previsiones de desarrollos urbanísticos, es el momento adecuado para revisarlo. Por muchas razones, entre ellas porque muchos de sus planteamientos necesitan no una actualización, sino más bien una redefinición. Ante las perspectivas, algunas inciertas y otras no halagüeñas sobre el futuro económico de la localidad, a la luz de la crisis económica, que ya está claro que no es una más, es una crisis de sistema, y que va a marcar el futuro económico y, por tanto, urbanístico del municipio.

En los últimos cincuenta años no han existido condiciones como las actuales para una revisión en profundidad y una redefinición del futuro urbanístico y, en consecuencia, económico del municipio. La situación actual deja a la localidad ante una auténtica encrucijada en la que debe definir el futuro con el horizonte puesto en los próximos cincuenta años.

La crisis económica es sistémica, no coyuntural, con una desindustrialización del municipio. La globalización incide en esa deslocalización industrial. El contexto socioeconómico español y valenciano, además de comarcal y metropolitano -en este último, además, sus actuaciones previstas y perspectivas- hace más acuciante todavía sentarse a redefinir el urbanismo sanvicentero.

Se deben definir las claves de su futuro. El dilema es: ciudad equilibrada-polivalente, con un modelo económico y, por tanto urbanístico, diversificado y variado, o una «ciudad dormitorio». Y ello pasa, obviamente, por una disminución del número de viviendas previstas, con un incremento de los espacios susceptibles de actividades económicas; mantener las zonas industriales (particularmente el área de la cementera); no incrementar las zonas urbanas, estableciendo un plan de usos para la zona rústica; y delimitar la zona noroeste del término como «paraje natural» (evidentemente manteniendo y respetando los usos actuales legales).

Hace ahora 270 años, el modelo urbanístico era construir un caserío, como centro de servicios de una partida rural inmersa en un proceso de desarrollo agrario. En la actualidad ese caserío original, en medio de una crisis económica, debe definir un modelo urbanístico para los próximos años y generaciones, optando por un modelo económico sostenible. Y, por último, decir que no debemos asimilar crecimiento con desarrollo. Son conceptos distintos aunque a veces se puedan llegar a confundir.

? Autor, entre otros, de «Evolución y desarrollo urbanístico de Sant Vicent del Raspeig». Los planteamientos y conclusiones contenidas en el artículo forman parte de un estudio sobre el impacto de la crisis en el municipio y sus perspectivas económicas, realizado en las Universidades de Valencia y Alicante.