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De nuevo el brazo incorrupto

El ministro del Interior Jorge Fernández Díaz ha dicho, en el Fitur turístico y anual, que Santa Teresa de Jesús «intercede por España» en estos «tiempos recios». Al oírlo he entendido tiempos «necios» por el ministro y su afirmación. Lo decía Fernández Díaz para promocionar además un itinerario turístico, para el quinto centenario del nacimiento de la Santa que se conmemorará en 2015, a lo largo de las ciudades en las que Teresa de Cepeda y Ahumada fundó su orden reformada y sus conventos.

Algunos jóvenes de las «Nuevas Generaciones» del PP han podido pensar inmediatamente que estaría bien, para contrarrestar campañas de descrédito de su formación política, organizar comitivas de nuevo con la reliquia del brazo incorrupto de la Santa en todas las ciudades de España, pues un símbolo de la «incorrupción» puede hacer olvidar, con acompañamiento de charangas y panderetas, la podredumbre institucional que se vive en el país. Mariano Rajoy ha pensado en un momento llevarse también la mano incorrupta de la Santa desde la iglesia de las carmelitas de Ronda a su dormitorio en la Moncloa?

Siempre hay en los sueños la imagen de un muchacho que vivió a comienzos de los sesenta aquellos recorridos del brazo incorrupto de Santa Teresa por las calles de su ciudad. Resulta curiosa en el sueño aquella reliquia que, en posición casi de corte de mangas, recorría ciudades, concentraciones e iglesias. Son estampas de otro tiempo, la dictadura, en los que la Santa servía para intercesiones, represiones y plegarias sociales. Tras sueños así, siempre hay una tensión y temores comprensibles? tras el sueño surgen presentimientos de nacional catolicismo?

Hubo un tiempo en el que se vertebraron otro tipo de sueños de futuro. El artículo 16.3 de la Constitución Española establece que «Ninguna confesión tendrá carácter estatal», aunque este carácter aconfesional se debilita luego con la formulación que sigue: «Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia católica y las demás confesiones». Los sueños de laicismo del Estado, que la reforma constitucional urgente tendrá que acoger alguna vez, son sueños democráticos y racionales. En cualquier caso, aunque sólo sea por la declaración de aconfesionalidad, sería deseable que los ministros del Gobierno respetaran al hablar las ideas de los no creyentes en ninguna confesión, y de paso las de los creyentes que no quieran ver a Teresa de Ávila al lado del FMI, el Banco Europeo, la reforma laboral o la bajada de la prima de riesgo.

Surgen dudas también, en el interior del agnosticismo o del ateísmo militante. La Santa Teresa que «intercede» según el ministro ¿lo hace para los seis millones de desempleados o sólo para los ricos? ¿Lo hace para los que están sufriendo esta situación o para los que la han creado y viven mejor que antes? Como no tengo cerca para preguntarle a nadie del Opus Dei, que ilumina sin duda las palabras del ministro Fernández, no puedo averiguar por qué tienen el mal gusto de meter a la Santa también en la resolución ineficaz de la crisis.

Da vergüenza de nuevo esta reafirmación nacionalcatólica. Da mucha vergüenza. Dejen a la Santa al margen de ese territorio -una mujer que está además en la historia esencial de nuestra literatura- y rechacemos nosotros su utilización política. Teresa de Jesús, este país y hasta la misma Iglesia lo agradecerán.

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