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Van a por el juez Elpidio Silva

Quevedo se quedó corto cuando dijo aquello de pobre país donde intentar hacer justicia es un delito. Ya algún jurista romano sabía que la justicia es un instrumento del poder, y cuando algún juez intenta meterse con el poder es apartado o eliminado. El juez Garzón, mosca coj? del sistema, en el caso Gürtel, intervino el teléfono del cabecilla Correa que se comunicaba con un abogado imputado en el caso. Enterados de que eran intervenidos, Correa cambia de abogado, y siguió la intervención y como este nuevo abogado no estaba imputado, ¡expulsado de la carrera Garzón por ser un juez delincuente! ¿A quién se le ocurre intervenir la comunicación del juez con un abogado? Bueno, el juez Pedreira hizo lo mismo y por más tiempo, pero nadie fue contra él, no se le ocurrió a nadie -confesó un magistrado del Supremo- deducir testimonio y continuar por el mismo delito tan grave que cometió Garzón. Y es que este juez no iba contra el sistema, era bueno, pero ¡si sobreseyó el caso de Bárcenas y su mujer! (la Audiencia tuvo que reabrir el caso). En cambio, a Garzón, hasta se pierde el expediente de su indulto, y no pasa nada. ¡Toma juez estrella!

Ahora le ha tocado sentir la fuerza del poder del sistema al juez Silva, al ampliar la investigación sobre otra hazaña de Blesa que fue presidente de Caja Madrid, y solicitando la acusación particular Manos Limpias, acordó la prisión bajo fianza a Blesa, ¡pero grave delito! esta acusación sólo estaba personada en el otro caso, no en este caso ampliado, por lo que realizó una resolución injusta, ¡un delito de prevaricación!, según ellos, así que expulsado de la carrera y tres años de prisión que le van a pedir. Es más, como sabía el juez que Blesa era una persona buena y solvente, que había acudido a la llamada del juez y no iba a ocultar pruebas ¡faltaría más en un banquero honesto!, al volver a acordar prisión, y ahora incondicional, cometió otro delito de detención ilegal, fuera nuevamente de la carrera y otros tres años; y además para mayor inri, no acordó personalmente (sino por el secretario) devolverle la fianza que exigió para su primera puesta en libertad. Es imperdonable no devolverle enseguida la fianza al pobre de Blesa. Y como ha tardado mucho en resolver, otro posible delito de retardo malicioso en la Administración de Justicia, más inhabilitación, que hacen un total de 40 años de inhabilitación. Es cierto, que desde que lo suspendieron el juez que le sustituye no ha acordado nada durante seis meses. Pero el juez sustituto es buena persona, simplemente ha estado quietecito, ¿cómo va a ser eso delictivo para el sustituto? Y cuando Silva se quiere defender de tan graves calificaciones previas a la acusación y suspensión indefinida quiere que se aporten los mensajes de Blesa desde su despacho sobre todos los chanchullos de las preferentes, compras inauditas, préstamos sabiendo que no se podrían devolver, sueldos escandalosos, etcétera, etcétera, sale el juez instructor y la Audiencia con que son documentos que afectan a la intimidad de Blesa. Y se quedan tan anchos.

El juez Castro, que se empeña en que declare como imputada la Infanta Cristina, está recibiendo avisos muy peligrosos. Así, el fiscal del caso, Horrach, le dice, sin recurrir sus autos de citación de 227 páginas, que está siguiendo las teorías conspirativas al volver a imputar a la hija del Rey, y muchos quieren crucificarla. Cuidado, Castro, que eso ya está rozando la prevaricación, como sería el ser conspirador contra una Infanta. Sobre la gran discusión de si debía o no entrar al juzgado por el pasillo como todos los imputados, el decano se quita la patata caliente, diciendo que lo que decida la policía de escolta. ¡Valiente decano!

En fin, como dijo hace poco el periodista Enric Sopena: Nadie quiere crucificar a Cristina de Borbón, fiscal Horrach. Sólo pide la mayoría ciudadana que devuelvan sus millones, pidan perdón y se vayan. Así de claro. Como hizo el abuelo del Rey, don Alfonso XIII.

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