Al final de una larga vida de luchas e ilusiones, se ha ido Marina Olcina. Siendo Marina una jovencísima militante de la JSU ocupó una plaza en el Consejo Municipal de Alicante, durante la Guerra Civil. Ello hace de ella, en aquellas especiales y trágicas circunstancias, la primera mujer edil de la ciudad. Siquiera fuera por este hecho, que tanto nos dice de su valentía, de su decisión, la historia le tiene guardado un lugar en un rincón de la memoria de esta desmemoriada ciudad. Vendría luego la clandestinidad, el castigo, el exilio, el regreso y la militancia comunista, a la que siempre se mantuvo fiel. Una militancia que constantemente consideré alegre, abierta, comprometida con el futuro y no con la nostalgia. La recuerdo, ya mayor, intensamente preocupada por la realidad, dispuesta a enzarzarse, con la educada vehemencia que le caracterizó, en debates sobre la actualidad política. La recuerdo, en fin, ejemplar para los más jóvenes, a los que seducía con una elegancia sui generis, con una afabilidad más allá de todo sectarismo. Una anécdota: en cierta ocasión un grupo de alumnas me plantearon hacer un trabajo acerca de los orígenes del PCE en Alicante, con ese motivo las acompañé a casa de Marina, que las recibió con generosidad de palabra, de recuerdos y de tiempo. Desgranó ante ellas -ellas: 20 años- su vida, llena de tragedias impuestas por su compromiso político; yo advertía cómo mis alumnas se encogían en el sofá, cómo asomaba algún brillo de emoción a sus ojos, una forma de saludo y homenaje a esa vida. Cuando acabó, hubo unos segundos de silencio que la propia Marina rompió invitándolas a brindar por una vida feliz, la suya, con una copa de sidra. A una alumna se le escapó: «¡Y dice que ha sido feliz!». Marina la miró con ternura y le respondió: «Sí, hija, feliz, porque aquí estoy para contárosla? y no como los que cayeron en el camino». En tiempos en que se niega la memoria a los que lucharon por valores de progreso y, en última instancia, por la democracia, Marina es algo más que un ejemplo: es una obligación. Ahora quizás pocos sabemos ya quién fue: pero somos lo que somos porque ella, y muchos como ella, lucharon por nosotros. Brindo por Marina, con Marina: por su vida plena, por su manera radical de entender la felicidad.