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«Así podrá defenderse»

Ahora toca decir que la imputación de la infanta Cristina es una buena noticia «porque así sabrá de qué se le acusa y se podrá defender, dejando claro que no tiene nada que ocultar». Esto es lo que dice cualquier político en el momento de ser imputado, y si no, sus compañeros de partido lo dicen por él.

Siendo así las cosas, y así nos las han contado repetidamente, la imputada debería alegrarse por la citación y ordenar a sus abogados que no se opongan a ella ante instancias superiores. De igual manera, al fiscal, que defiende el interés público, le tocaría también abstenerse de ponerle trabas, por el bien de la imputada. Así doña Cristina Federica de Borbón y Grecia, asistida por letrado y tras instrucción de sus derechos, podría contarle al juez hasta qué punto se equivoca en los 227 folios del auto, fruto de nueve meses de rastreo de cuentas, tarjetas, facturas, gastos y declaraciones a Hacienda.

Pero cabe temer que no va a ser así, y que la Audiencia de Palma deberá pronunciarse sobre la citación. Ya lo hizo unos meses atrás, cuando anuló una de parecida; tras el revolcón, el juez ha explorado otras vías, con el desacuerdo de casi todas las partes, fiscal incluido. Si la Audiencia falla en el mismo sentido que la vez anterior, la infanta va a quedar libre pero manchada; acusada públicamente por 227 folios de Antecedentes de Hecho y Fundamentos de Derecho cuyo contenido ha sido divulgado.

El tribunal de la opinión pública ya hace tiempo que dictó sentencia (aunque este tribunal siempre puede revocar sus propias decisiones) y el reclamado automatismo entre imputación y destitución ha operado de facto al compartir la infanta la condición de apestado que ha recaído sobre su esposo. Ahora el tribunal de la opinión pública espera a ver qué hacen la fiscalía, una institución jerárquica cuyo máximo jefe es nombrado por el gobierno, y la Audiencia Provincial. El descrédito de la imputada puede alcanzarles, y con ellos a los poderes ejecutivo y judicial, si persisten en librarla del desagradable trance. O sea, en impedir que se defienda ante el instructor. Porque se trata de eso, ¿no?

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