Cristina de Borbón no solo ha vuelto a ser imputada, sino que ha sido citada a declarar por delito fiscal, supuesto blanqueo de capitales y manejo de fondos generados por los negocietes de su santo el próximo 8 de marzo, Día de la Mujer Trabajadora para que no falte de nada. Don Juan Carlos se estrelló en su discurso ante los militares y el coche que transportaba en Alicante al rey Gaspar se quedó sin frenos y se estampó contra la fachada del parque de Bomberos. Vaya con la realeza y sus congéneres, no se privan de nada. Si el año ha empezado así, cómo terminará. A lo largo de él sabremos si, además de la hija del monarca, el divino Camps se hará carne y declarará de una vez dentro del mismo paquete; si el padre de la sospechosa se come el turrón en el trono y a cuánto se elevará el seguro que exigirán los Magos de 2015 para dejarse caer por la Explanada. Sí, porque Gaspar todavía tuvo suerte viendo el clima que reina en el entorno de la corte. La misma jornada de la cabalgata, la alcaldesa le recordó a Serafín que «escupir hacia arriba tiene sus riesgos», después de que éste dejara claro que, en la próxima cartelería, a Sonia no la ve ni en pintura. La susodicha, a la que no hace falta que la pinchen, ha aprovechado para darse bombo -más- y posicionarse frente a los instigadores -acababa de hacerlo con Bonig- por si en su partido se ponen tontos y no le queda otra que montárselo por libre. De hecho se ha guardado munición pensando en el cazador. Con Rus y Rita almacenando casquillos, es normal que Castellano haya empezado a recular antes de que sus dianas favoritas se revuelvan hechas unas fieras. Sobre todo Castedo, que debe creerse infanta.