Enrique Llobregat Conesa es toda una referencia para la Arqueología en Alicante. De su buen hacer científico quedan sus textos; de su bonhomía el sentido aprecio de todos los que lo conocieron y trataron; y de su trabajo en el Museo Arqueológico Provincial de Alicante, ese buen hacer que permitió sentar las bases de lo que hoy resulta uno de los principales museos de Europa.

Como presidenta de la Diputación he tenido la oportunidad de conocer a fondo el MARQ, sus entresijos y su historia. De cara al público nuestro museo es una institución de éxito, porque desarrolla acciones que, además de ser próximas, son vanguardia. De entrada, subrayaré que su montaje permanente y su concepción museística recibieron en 2004 su reconocimiento como Museo Europeo del año y se puede subscribir que el MARQ está concebido para todos, siendo muy satisfactorio haber obtenido el premio Solidarios 2013 que otorga la Fundación ONCE.

Toda esa actividad que el MARQ desarrolla de cara al exterior encuentra sus mimbres en otras actuaciones del museo más desconocidas pero imprescindibles. Me refiero a todo lo que significa la investigación, conservación, restauración y archivo de los ingentes materiales y documentos que el museo conserva. De esa actividad científica ha surgido una interesantísima a la vez que completa línea editorial que acoge trabajos de relevancia para nuestra provincia, cuyo intercambio con otras instituciones permite nutrir una completa y ya imprescindible biblioteca, muy enriquecida por acoger desde 2004 los más de 14.000 volúmenes que don Enrique reuniera en su biblioteca particular.

Sé, que esa vocación que, combinando acciones de conservación, investigación y difusión, caracteriza el hacer del MARQ y de su equipo técnico es del todo prestataria de la labor que desarrollara el Doctor Don Enrique Llobregat Conesa, que fuera director del Museo Arqueológico Provincial de Alicante de 1966 a 1995; y soy conocedora porque los conservadores del Museo que disfrutaron de su magisterio Rafael Azuar, Manuel Olcina y Jorge Soler lo recuerdan de un modo permanente y con sentido orgullo; y también porque su presencia se hace ver. En el vestíbulo del MARQ hay una placa que le menciona como secretario que fuera del Consell Valencià de Cultura, llevando su nombre una de las salas de exposición temporal, honor que comparte con Francisco Figueras Pacheco y el Conde de Lumiares, prohombres que en otros años fueran también definitivos para el desarrollo de la Arqueología en Alicante. No es para menos porque Llobregat es todavía a día de hoy referencia principal de una investigación que cubre desde la Prehistoria hasta la Edad Media que, de modo particular sienta las bases del conocimiento de la Contestania, denominación que reconoce la idiosincrasia de nuestras tierras de Alicante en el universo de la Cultura Ibérica.

Entre otros muchos reconocimientos a don Enrique la Diputación de Alicante le concedió la Medalla de Oro el 16 de junio de 1995. El que fuera Doctor Honoris Causa por la Universidad de Alicante no llegó a conocer la potente e impactante realidad del MARQ por sufrir la enfermedad de Alzheimer, como tampoco aquel homenaje, Scripta in Honorem, que se coordinara desde nuestro Museo Arqueológico y editara en 2000 el Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil Albert. Cumplidos 10 años de su óbito el Ayuntamiento de Alicante lo declara hoy Hijo Predilecto, una decisión que debe considerarse enormemente acertada no sólo para todos aquellos que conocen su ingente obra como investigador, sino para todos los que, disfrutando del MARQ, reconocemos en él su huella.