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La mujer sumisa

La misma autora del polémico libro «Cásate y sé sumisa», editado por el Arzobispado de Granada, nos vuelve a deleitar, a través de la misma editorial, con otra de sus perlas: «Cállate y llévale las putas zapatillas, burra más que burra». En esta ocasión se extenderá únicamente sobre el «sencillo pero sublime acto conyugal en el que la esposa proporciona al esposo las zapatillas de ir por casa», según palabras de la propia escritora.

En estos manuales de «buenas costumbres», la autora italiana Costanza Miriano alienta sin ambages a la mujer a que asuma el sentido de la obediencia leal y generosa, la sumisión al hombre como algo natural. Un auténtico tratado de masoquismo doméstico que no hace sino cumplir con la tradición bíblica de postergación femenina.

No hay duda de que la Iglesia en este país ha sacado toda su artillería, utiliza sin el menor pudor todos sus recursos en política educativa y medios de comunicación para una nueva cruzada evangelizadora que le devuelva el estatus perdido. A nadie nos resulta del todo ajeno que la Iglesia está volviendo a ocupar los espacios claves para el adoctrinamiento y el control social y desde luego, si algo ha caracterizado a la Iglesia Católica en este país ha sido su obsesión por el control de la vida cotidiana y de la moralidad y para ello, la clave está en ejercer el control femenino.

Está claro que lo que pretende la Iglesia en su delirio, es que volvamos a una sociedad patriarcal, a un modelo social en el que se refuerce la autoridad paterna y marital, relegando a la mujer al ámbito de lo privado y doméstico. No debemos olvidar que la tan clamada recuperación de la mujer desde la «idealización» no hace sino esconder un propósito de discriminación.

Desde luego resulta del todo inverosímil y muy sorprendente que en pleno siglo XXI, cuando la mujer en España ha conseguido dejar de ser una figura en la sombra y su rol empieza a ser cada vez más relevante en todos los ámbitos de la vida pública y privada, se pretenda volver a los viejos y lacerantes arquetipos de la mujer como «Ángel del Hogar» a esa estructura jerárquica exclusivamente masculina, a ese milenario desdén por las mujeres y a la difusión del pensamiento misógino que tanto ha contribuido si no a ocasionar, sí a agravar terriblemente el serio problema de la violencia de género. Un problema cuya consecuencia en España ha sido, no se nos debe olvidar, que durante la última década 700 mujeres fueran asesinadas a manos de sus maridos.

No pretendo ignorar que la libertad de expresión es una premisa fundamental de todo ser humano y un derecho incuestionable pero resulta muy inquietante que un texto inspirado en el mensaje de San Pablo a los Efesios, en el que afirma: «esposas, estad sujetas a vuestros maridos» haya sido grandísimo éxito de ventas en Italia y que además, se cuenten por miles las referencias en páginas webs y blogs ofreciendo pautas de comportamiento en las que se alimenta el gusto de la sumisión femenina al varón.

En España desde que mujeres como Concepción Arenal o Emilia Pardo Bazán iniciaran a mediados del siglo XIX una infatigable lucha en pro de los derechos femeninos y de la igualdad de género, su consecución, ha estado plagada de avances y de retrocesos. No podemos bajar la guardia.

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