No es necesario decir que Enrique Cerdán Tato era un magnífico profesional en el ámbito de las letras y una persona más que excelente, como estamos de acuerdo todos los que le hemos conocido y compartido una gran amistad.
Todo el mundo sabe que fue Cronista Oficial de la ciudad de Alicante, y él no le daba importancia a ser Doctor Honorario en Literatura por la World University de Arizona, Máster de Arte y Literatura en la Partharasaty Cultura Academy o Docteur en Lettres por el Centre International de Recherches Universitaires. Sí a la vida diaria familiar con Mari Luz y sus hijos.
Sus grandes amigos le apreciábamos principalmente como persona, aunque estimábamos mucho su itinerancia profesional como escritor y también como periodista, que colaboró en su tiempo con Cambio 16, La Verdad, Primera Página, Valencia Semanal y diario INFORMACIÓN. Y pertenecía al Club Internacional de Prensa, Unión de Periodistas, Organización Internacional de Periodistas, y Conseller del Institut de Documentation et d'Estudis Europeénnes.
Siempre recordaré el artículo en El País sobre mi obra titulado Crónica de la paloma atada y otras realidades como el texto del catálogo de mi primera exposición personal en la Universidad de Alicante en 1995 titulado Azorín, crónica de una invención.
En cuanto a su obra literaria, leídas en distintas épocas, de entre varias ediciones destacaría Sombras nada más, El tiempo prometido, Los ahorcados del cuarto menguante y La primera piedra.
Nuestra gran amistad, que se inició hace más de cincuenta años, la tengo llena de recuerdos de todas las épocas, incluidas las amenas conversaciones de mis últimas visitas a su casa.
Tengo presente la presentación que realizó, en la sala de la CAM, del libro titulado Pepe Azorín, diálogos entre el dibujo y la escultura, editado en 2006, del autor también presente Román de la Calle, presidente de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia.
No estará con nosotros Enrique Cerdán Tato, un magnífico escritor y excelente persona, gran y estimado amigo de todos. Siento que no verá el retrato que le estoy acabando.
