Una vez pasado el trámite del Senado, ya sólo cabe preguntarse si la Ley Wert logrará hacernos más felices. La norma tiene aspectos discutibles y otros positivos, como recuperar la revalorización del esfuerzo. Pero el ministro y el Gobierno apuestan por un modelo educativo pragmático, al estilo alemán, olvidando que no todo lo germánico es superior. A partir de ahora sólo son viables estudios con salida laboral, principalmente tecnológicos. La Universidad pasará a ser una Formación Profesional superior y arrinconadas quedan las Humanidades, principalmente la filosofía. Un imperdonable error, ya que esta materia es la que enseña en Secundaria a pensar y reflexionar con lógica a los ingenieros, cirujanos o científicos del mañana. Echar la vista atrás supone constatar que los grandes científicos fueron a su vez grandes y pequeños filósofos, desde Aristóteles hasta Einstein, pasando por Newton, y que el celebrado bosón de Higgs tuvo más en sus inicios de teoría filosófica que física. Terrible que en España esté mal visto pensar. A partir de ahora, el que piense, pierde.