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Los vecinos de Ibi merecían algo mejor

La crisis política ibense toca a su fin. La elección del nuevo alcalde es inminente, el máximo responsable municipal tendrá un respaldo mayoritario de la corporación y, así, el gobierno podrá afrontar lo que el propio Rafael Serralta ha denominado una «minilegislatura». La votación del pleno cerrará definitivamente la etapa de Mayte Parra, que queda para los libros de historia, salvo posibles episodios que aún estén por escribir (nadie en su sano juicio se atrevería hoy a vaticinar qué ocurrirá en el seno del PP valenciano con la elaboración de las listas autonómicas y municipales, cuántos damnificados habrá y cuántas rupturas se producirán).

Más allá de las elucubraciones está la realidad, fundamentada en hechos concretos, sobre lo que es posible pronunciarse y sacar conclusiones. La realidad palpable es que Juan Valls era concejal de Fiestas el pasado 1 de septiembre, que Mayte Parra era la alcaldesa y que Rafael Serralta era su segundo, con el permiso de Maria Amparo Pina. Mañana, 14 de noviembre, Serralta será el alcalde, Parra ya no pertenece a la corporación municipal y Valls será concejal de Fiestas y Servicios Sociales. ¿Quién ha ganado?

En once días, el CDL y Juan Valls pasaron de apoyar tácitamente una moción de censura a sostener al gobierno del PP, desde fuera. El 7 de noviembre, la estrategia cambió otra vez y Valls pactó con Serralta reintegrarse al equipo de gobierno, como titular de Fiestas... y Servicios Sociales. ¿Respuesta a la pregunta anterior? Juan Valls. Más claro, agua: el 9 de septiembre, Valls abandonó el pleno de Ibi por una discrepancia en la convocatoria de los plenos, exigiendo la dimisión de la alcaldesa. Lo que parecía una tormenta en un vaso de agua, acabó convirtiéndose en algo más serio cuando tras las Fiestas de Ibi el edil del CDL renunciaba a sus competencias y arremetía contra el gobierno del PP, especialmente contra la alcaldesa. Con la moción de censura como una posibilidad auténtica, Parra renunciaba a la Alcaldía para salvar a su gobierno, entre «presiones» más o menos contundentes de la plana mayor regional del PP, que veía alarmada que se podía perder un feudo de primera magnitud -el juguete sitúa a Ibi en el mapa mucho más arriba que cualquier otra ciudad de similar población-, lo que podía ser una catástrofe política.

Juan Valls tenía lo que quería, la cabeza de Mayte Parra -la aludida no vaciló en hablar de «chantaje»-, y el PP se inclinaba por Serralta para la Alcaldía, lo que auguraba un futuro más o menos razonable, hasta que el edil del CDL volvió a cambiar de opinión y decidió entrar en el gobierno, recuperando Fiestas y obteniendo de propinilla Servicios Sociales, una decisión de Serralta que ha provocado notable sorpresa, entre otras cosas porque este área es fundamental en esta difícil época.

El alcalde se garantiza más apoyos si cabe, pero hay que preguntarse por qué se ha cambiado el acuerdo del día 21 de octubre que excluía al CDL del gobierno por el del 7 de noviembre, que sí lo incluye, máxime cuando el PP tenía ofertas indirectas de otras formaciones, especialmente de ADIi -ideológicamente bastante afín- para normalizar el Ayuntamiento. Sin embargo, y esto es lo preocupante, las peticiones de ADIi tenían la coletilla de «investigación máxima» y «transparencia absoluta»sobre los «desmanes» anteriores, que han provocado hasta 17 procesos en los juzgados de Ibi.

No es descabellado sospechar que el PP prefiere dejarlo correr todo y centrarse en el futuro, sobre todo teniendo en cuenta que la actuación del CDL como socio gubernamental ha sido bastante errática, pero siempre ha apoyado a Mayte Parra en las cuestiones espinosas. Sonada fue la fuga de Juan Valls del pleno que tenía que aprobar una importante subida del agua, alegando una intervención quirúrgica, lo que permitió su ratificación gracias al voto de calidad de la alcaldesa. Al día siguiente, un resplandeciente Valls se fotografiaba en Madrid en un acto de partido, una imagen que corrió como la pólvora en Ibi.

Por eso, los precedentes del CDL plantean serias dudas acerca de cómo se va a posicionar este Ayuntamiento, esta mayoría, sobre la «mochila recibida» como gusta decir al todavía alcalde en funciones. Los vecinos de Ibi esperaban y desde luego merecían más de lo que, a tenor de lo visto, el «nuevo» PP parece estar dispuesto a concederles.

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