«Ningún partido está interesado en proponer reformas que revitalicen la democracia mermando el poder de los aparatos en beneficio de una deliberación pública y abierta». Cuando leí esta frase del Manifiesto Fundacional de UPyD, me afilié. Con ilusión formé parte de la candidatura local de Elda. Terminaron de convencerme algunas de las «medidas de regeneración democrática», como la «introducción de las incompatibilidades más rigurosas entre el ejercicio de cargos y los negocios privados».

Lucha contra la corrupción, constitucionalismo, cambio de la ley electoral, derechos de los ciudadanos... Ese mensaje es el que les está haciendo crecer como la espuma, sin que el ciudadano conozca las contradicciones que encierra este Saturno. Qué abismo entre aquello que se escribe y aquello que ocurre en mi ciudad. Ese aparato que nos invita a revitalizar la democracia y establecer incompatibilidades entre los cargos y sus negocios, mira para otro lado en las corruptelas de su vocal en Elda. Aquel que durante años se ha aprovechado de su plaza de funcionario en el Ayuntamiento para hacer negocios eludiendo el procedimiento de la Ley de Contratos del Sector Público.

La prensa asegura que se troceó el contrato mediante más de 200 facturas inferiores a 6.000 euros -en total un millón de euros-; que hubo inexistencia de consignación presupuestaria, ausencia de procedimiento de contratación y hasta una decena de facturas firmadas por el propio interesado. Esos son los ingredientes de este caso de dilapidación de recursos públicos que arranca en 2005 de la mano del exconcejal José Quílez, y que termina en 2012 con el plan de pago a ¿proveedores?

Mientras tanto, UPyD no sólo no toma medidas, sino que su concejal en Alicante, Fernando Llopis, organizó el día de Santiago un Consejo Provincial en Elda para arropar a su vocal ¿Puede haber más desvergüenza? La respuesta es sí: la de la coordinadora local, Silvia Poveda. Pese a que los medios han destapado este asunto, no se la ha oído respirar. Ni tampoco al coordinador en la Comunidad Valenciana, Romain Muzzati, que los arropa porque le engordan en la poltrona tras perder dos asambleas consecutivas y conseguir su cargo gracias a un pucherazo.

Analicemos la dirección de UPyD en Elda: tres grupos de presión con intereses concretos procedentes del PP y del PSOE, a los que se les invitó a dejar sus formaciones porque no dejaron grato recuerdo. Nos referimos a los exconcejales populares Eloy Pastor y Andrés Poveda, y al funcionario Francisco Martínez. Encabezando ese monstruito, Silvia, la hija de Andrés.

En estos años, ¿qué ha hecho ese Consejo Local?, ¿cuáles son sus propuestas? Ya que Silvia Poveda es incapaz de barrer del partido elementos bajos sospecha, nos gustaría saber si alguien los ha visto alguna vez fiscalizar al equipo de gobierno, si se le conoce alguna iniciativa, si ha crecido la afiliación, si han salido alguna vez a defender a su concejal? La respuesta es no.

Tan grande es ese no, que hace unos días nos desayunábamos con la noticia de que el vocal Francisco Martínez había denunciado a su concejal por injurias y calumnias después de que se destaparan sus corruptelas; y que al propio Andrés Poveda, desde el Ayuntamiento le suministran información privilegiada para boicotear la acción institucional de su representante.

En todos estos meses sólo recuerdo una rueda de prensa del Consejo Local: cuando salieron a criticar a su concejal porque consideraban que se excedía en su labor de control al gobierno local. Es evidente que si Rosa Díez dice que hay «miles de ciudadanos que son de UPyD y no lo saben»; en el caso de la dirección en Elda se produce justo lo contrario: «no son de UPyD y aún no lo saben».

Sonroja ver cómo al único concejal que hace oposición, su dirección local no le apoya en ningún momento, ni aún después de ganar tres juicios al PP, y encima ellos mismos le ponen una querella. Avergüenza ver cómo han violado a UPyD y nos han despojado del partido a aquellos que creemos él. Abochorna comprobar que no han hecho ningún esfuerzo para integrar en la dirección al resto de afiliados. Afrenta que la dirección autonómica sea colaboradora de estos hechos, mientras los responsables nacionales se hacen los suecos.

En Elda ésa es la cara de la dirección de UPyD y de su coordinadora. Con este panorama, a algunos nos entran unas ganas tremendas de establecer contactos con el Movimiento Ciudadano de Albert Rivera, partido fresco y de ideales similares a las nuestros, que se está implantando en la Comunidad Valenciana. Así el votante tendrá la oportunidad de elegir entre aquellos políticos viejunos que se amparan en nuevas siglas para practicar la misma mamandurria de siempre, o entre un dirigente joven como es César González que ha conseguido defender en solitario aquello en lo que cree.