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Luis Prats

¡A guanyar diners!

Era un programa hortera, como tantos otros que se han parido en la televisión valenciana, que en los años ochenta conducía el inefable Joan Monleón. Más tarde vino el espacio estrella de Canal 9, Tómbola, donde los valencianos por defecto, acción u omisión, pusimos en boga los programas basuras del corazón. Pues eso, algunos partidos de fútbol, las películas del Oeste de las tardes y alguna que otra cosa más, aparte de las cuitas con la televisión catalana, son la contribución de la RTVV a la historia de los medios de comunicación patrios. Alrededor del llamado ente, han ganado dinero muchos y mucho, se lo han ido llevando crudo, al tiempo que iban expandiéndose y plagando sus edificios de trabajadores, a los que cuando vienen mal dadas son los primeros en sobrar, hay que deshacerse de ellos. Un expediente de regulación de empleo como sea y asunto arreglado. Mientras los numerosos equipos directivos que han gestionado la casa a imagen y semejanza de los de las cajas de ahorro, limpios de polvo y paja. Lo mismo que los integrantes de los distintos consejos de administración impuestos por los partidos políticos que ahora se llevan las manos a la cabeza como si no supieran nada, como si con ellos nada fuera. Cuando el lema era ¡a guanyar diners! todo el mundo callaba, alguna leve protesta o chascarrillo para entretenimiento del personal y los adeptos de turno y poco más. La inviabilidad de la televisión valenciana, no es un oasis en la España de las autonomías, más de una le seguirán en la ruta marcada por el cierre, y algunas que no lo harán, será debido a los intereses espurios de sus gobernantes, su mantenimiento en el poder, y sus delirantes proyectos.

Como siempre el recorte comienza y acaba en las vidas de los trabajadores, jugando con su futuro, enviándolos a la puta calle, cuando buscar un trabajo es más difícil que encontrar una aguja en un pajar. Siempre nos quedará la duda razonable a los contribuyentes, si fue antes el huevo o la gallina. Si esta nueva debacle para nuestra autonomía tras la de nuestras cajas de ahorro, será debido a la imposibilidad de hacer frente a los salarios de los mil trabajadores que la justicia ha devuelto al tajo, o lo es por la deuda astronómica que se arrastra, por el mal uso de los dineros públicos de unos gestores políticos donde la corrupción era una seña de identidad, y siguiendo el patrón empresarial se recorta por los llamados gastos generales, sección nóminas. Todos a la calle en vez de algunos a la cárcel.

Al tiempo los que han decidido el cierre miran para otro lado cuando los recortes debieran afrontarlos en sus consellerías y direcciones generales. En la época que estamos, todavía existen numerosos móviles de uso indiscriminado, tanto que algunos cónyuges son beneficiarios de ellos, departamentos que antes eran atendidos por dos funcionarios, hoy en día lo son por seis personas ninguna de ellas funcionaria, siguen los gastos suntuarios de comidas o viajes al por mayor con dietas, desplazándose a Valencia varios trabajadores en vez de hacerlo la autoridad competente a la población con conflicto a resolver, coches para todos. Chocolates para el loro, que juntándolos hacen más que la producción de Valor en un lustro. Si a ello añadimos locuras faraónicas múltiples como el desierto aeropuerto de Castellón, y otros que han necesitado para sobrevivir la transfusión de nuestros dineros como si de un enfermo terminal se tratara, encontraremos las razones de este desastre de la RTVV y otros que están por venir. Y Fabra dixit: Prefiero cerrar RTVV a hacerlo con un colegio o un hospital. Acabáramos, muchas gracias Honorable, ya no tendremos que tomar el Palau de la Generalitat.

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