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Una dependiente por las calles de Alicante. No es una película, es una realidad

La semana pasada paseando por el centro de Alicante fui testigo del panorama desolador que se está viviendo. No sé si calificarlo de surrealista porque por un momento pensé que lo que veía no era real, que estaba inmersa en un escenario para el rodaje de una película con los actores caracterizados para la puesta en escena. A quien me acompañaba le dije: esto no es un personaje, esto es real. Me refiero a una mujer joven tirada en plena calle, una sin techo, con la ropa llena de sietes y descosidos, las medias de color con agujeros que dejaban entrever una piel tan sucia que no se distinguía su color, ni blanco ni negro, sus ojos perdidos mirando hacia ningún lugar y a su vez a todas partes. Manos y cara teñidas de suciedad como recién salidas de una mina de carbón. El pelo aparecía como una gran madeja de lana en tonos marrones con el aspecto de un estropajo de los que hace años no ve ni una gota de agua. Sus movimientos inquietos, ansiosos, descoordinados, solo valen para tocar un timbre en la avenida Maisonnave y, sin esperar respuesta, se da media vuelta hacia otro lugar sin rumbo para volver pasados unos minutos tambaleándose por la acera. Intento hablar con ella, quiero ayudarla y se marcha asustada y apresurada sin mediar palabra. Hablo de una chica que, como salta a la vista, no tiene capacidad suficiente para gobernarse por sí misma, de un ser humano, de una persona dependiente y abandonada a su suerte. Alguien que seguramente necesita de un tratamiento y ser internada en un centro especializado para ser atendida.

No tengo palabras para expresar la indignación, pena y tristeza que siento cada vez que la veo, alguna que otra ocasión. Todos pasamos por el lugar, nadie dice ni hace nada.

Un sentimiento de impotencia al que quiero y necesito poner remedio. De poco sirve una ordenanza como la del Ayuntamiento de Benidorm, por citar algún ejemplo, que en su protocolo de actuación contempla pagar un billete de autobús o tren a los que ejerzan la mendicidad en la calle para que se desplacen a un albergue de Alicante. Porque una mujer como ésta no está para desplazarse en tren sino para que la recoja una ambulancia y se hagan cargo de ella los servicios sociales o quien corresponda. La sociedad -crisis y recortes aparte- debe hacer frente a todos los problemas que ella genera y este es un problema social que no se resuelve ni con la caridad cristiana que predican millonarios escondidos bajo alguna que otra vestimenta, ni con una limosna que no solventa nada.

Me parece muy bien que en el articulado de la ordenanza que les hablaba se hayan incluido ciertos puntos destinados a erradicar la mendicidad en Benidorm. Pero creo que sería más apropiado que en todos los ayuntamientos se elaborase un texto específico que recogiese todos los posibles supuestos y planes de actuación para dar solución a cada uno de ellos. Se trata de personas sin hogar, desahuciados, marginales, que requieren una solución y que no son un problema de limpieza, son seres vivos, personas. La finalidad que debe prevalecer es «paliar» la situación de exclusión social en la que se encuentran y sobre todo la atención personalizada a las diferentes situaciones de grave marginalidad porque el problema nos estalla en la cara un día sí y otro también. En especial, en el caso de aquellos que en realidad son personas dependientes -ojo a muchos con patologías psiquiátricas que se cuelan entre este colectivo- y necesitan de una urgente ayuda y sensibilización por parte de todos los ciudadanos. Es cierto que en ocasiones hay mendigos que son reacios a aceptar ningún tipo de ayuda por parte de ayudas de instituciones, en caso de que renuncien , alguien tendrá que asesorarles y encargarse de ellos.

También es cierto que hay casos en los que no se está ejerciendo la mendicidad por una cuestión de necesidad, puede tratarse de un delito relacionado con bandas organizadas. En ese caso serán los agentes los que deberán actuar y accionar los mecanismos que consideren necesarios.

A ver si de una vez por todas alguien es efectivo en dar solución a los problemas de esas personas perdidas en el abismo y mendigos como la muchacha protagonista de la película real de nuestra sociedad es atendida con urgencia dejando de ser ignorados.

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