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El traje de la alcaldesa

La figura política de Mayte Parra ha estado estrechamente ligada a la de Francisco Camps, con el que comparte numerosas coincidencias. Ambos accedieron al poder tras los comicios de 2003 y los dos abandonan sus cargos por la puerta de atrás y acosados por no pocos escándalos políticos. Parra fue la gran valedora de Camps en L'Alcoià y El Comtat, una comarca entregada a Ripoll y el resto de discípulos de Zaplana. Solo la alcaldesa de Ibi defendía al entonces presidente de la Generalitat, para quien la provincia de Alicante era un campo de minas. No en vano la dirección provincial del PP dio amparo a la ex concejal Felicidad Peñalver, reveladora de las presuntas irregularidades y corruptelas en la gestión municipal. La apuesta de Parra por Camps fue, por otra parte, una salvaguarda para la alcaldesa en plena guerra civil del PP, un conflicto que coincidió con el reguero de escándalos que ha salpicado el nombre de Ibi desde 2008. En estos años tres concejales han tenido que dimitir y sobre ellos pesan diferentes acusaciones: cohecho, prevaricación, malversación, extorsión o blanqueo de capitales. Tantos han sido los escándalos que los juzgados de Ibi tuvieron que reforzar su personal para atender estos casos, todos todavía en fase de instrucción. A pesar del acoso judicial y del tormento que representan grabaciones comprometidas y reveladoras, Parra, al igual que Camps, logró en 2011 el apoyo mayoritario de los ciudadanos, aunque a diferencia del molt honorable, la alcaldesa no renovó la histórica mayoría absoluta de 2007. En Ibi y en la Comunidad Valenciana los resultados electorales de hace dos años demostraron la grave enfermedad de una sociedad muy laxa frente a la corrupción.

Camps premió la fidelidad de Parra con un escaño en las Cortes Valencianas. O lo que es lo mismo, concediéndole un aforamiento ante posibles imputaciones judiciales. La renuncia de la alcaldesa guarda también muchas relaciones con la del ex presidente. Parra se marcha forzada por el único concejal del CDL, Juan Valls. El desencadenante de la crisis es, para quien lo quiera creer, que la alcaldesa convocaba los plenos a deshora. Camps se fue por no pagar unos trajes, unos hechos de los que luego fue declarado no culpable. Las causas de las dimisiones son ridículas en ambos casos. Tanto que hacen sospechar que tras ellas permanece latente la negra sombra de la corrupción. Camps y Parra se marchan por cuestiones nimias en comparación con todo lo que se les puede venir encima según avancen las investigaciones judiciales: Gürtel, Noos y otros en el caso del ex presidente; la existencia de cuentas en Suiza por parte de la todavía alcaldesa. Pese a ello, ambos se van creyéndose unos mártires, sacrificados por el PP. El verdadero sacrificio, quizá, hubiese sido mantenerlos como candidatos y posibilitar que la izquierda entrase en las administraciones para comprobar lo que en realidad ha sucedido en Ibi y en la Comunidad.

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