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Yo creo a Mar Esquembre

No puedo dejar de pensar en la necesidad del pacto entre mujeres, como apuntaba ayer mi querida Nieves Simón; diputadas de cualquier grupo parlamentario, cuando desnudaron a Mar Esquembre nos desnudaron a todas, a ustedes también

Con permiso de José Asensi y Manuel Alcaraz (mis profesores de Derecho Político, así se llamaba la asignatura cuando yo estudiaba, ahora Derecho Constitucional) a quienes les debo haber aprendido qué eran los Derechos Fundamentales y que recibían la máxima protección dentro del ordenamiento jurídico y porqué, he de decir que es de Mar Esquembre (también profesora de Derecho Constitucional) de quien tomo prestada la frase «La libertad se garantiza limitando el poder, para eso nos hemos dado la Constitución, y no para que el poder se garantice limitando la libertad».

¿Se pueden imaginar la situación? ¿Se pueden imaginar a una mujer que día tras día, en sus clases, ante su alumnado enseña y defiende (porque lo cree profundamente) que la libertad se garantiza limitando el poder, atropellada doblemente por el poder? Pese a que el poder, mal entendido por quienes lo ostentan actualmente, la ha atropellado doblemente. Estoy segura de que el próximo lunes entrará en el aula y se dirigirá a su alumnado defendiendo los únicos valores dignos de defensa: la justicia social, la libertad y la igualdad. ¿Por qué? Porque cree en el Estado Social y de Derecho. Porque cree en la Democracia. Porque cree en una sociedad más justa y más igualitaria y por ella trabaja todos los días.

Que a una ciudadana se la desnude como paso previo (o siguiendo un nuevo protocolo) para acceder a la tribuna de invitados del Congreso de los Diputados es una indignidad y supone una vulneración de los Derechos Fundamentales de la ciudadana, pero que una de las policías que la desnudaron permanezca a su lado durante el tiempo que la ciudadana está en la tribuna es humillante: ¿acaso es una delincuente peligrosa a quien vigilar de cerca? Después de esto solo queda negar los hechos y eso es lo que ha hecho la policía del Congreso. Y como ha dicho Amelia Valcárcel: «Si haces algo que está obviamente mal... Y encima lo niegas... es que ya sabías al hacerlo que era injustificable». Me sumo a sus palabras.

Vayamos al informe policial: «Siguiendo con el protocolo establecido, se la hizo pasar a un cuarto anejo al control de acceso, acompañada por dos mujeres policías, con la finalidad de comprobar que las prendas que vestía esta persona no poseían logos ni inscripciones reivindicativas». Sin pretender ser la nueva columnista de la revista Vogue, Mar Esquembre el día de autos vestía blasier, camiseta de algodón a rayas, pantalón vaquero y merceditas. Para comprobar que no portaba logos, con haberle pedido que se quitara la blasier hubiera sido suficiente y no hubiera hecho falta hacerla pasar a un cuarto anejo, ni que la policía se hubiera puesto guantes de látex. ¿Por qué la hacen pasar entonces a un cuarto anejo? Supongo que para comprobar si los logos que con tanto afán buscaban se encontraban en el interior de la camiseta o los pantalones. Y para poder comprobar que en el interior de una camiseta no se portan logos, a mí no se me ocurre otra manera de buscarlos que poner la camiseta del revés o hacerle que se bajara los pantalones. Claro, en esta situación sí tendría sentido haberla hecho pasar al cuarto anejo.

Sigamos con el informe policial: «Este control no comporta habitualmente, ni se produjo en este caso, según lo aportado documentalmente por las dos mujeres policías, pertenecientes a esta Comisaría Especial, titulares de carnés profesionales (€), que la persona afectada deba desprenderse de sus prendas de vestir (quitándose jerséis o camisas, bajándose los pantalones, etcétera)». En el paréntesis lo único que he omitido del informe policial es el número de carné de las policías, por «sororidad» con ellas. Aquí es donde se niega lo denunciado por Mar Esquembre. Quiero resaltar la frase: «Según lo aportado documentalmente por las dos mujeres policías». ¿Documentalmente? ¿Hay cámaras en el cuarto anejo mencionado en el informe policial? ¿Hicieron fotografías? Si es así, ya saben€ una imagen vale más que mil palabras. Lo que me temo es que lo aportado documentalmente es el testimonio de las dos mujeres policías. Y volvemos al sempiterno debate: tu palabra contra la mía. ¿A quién va a creer el presidente del Congreso, a las policías o a la víctima? Otra pregunta: ¿por qué la presunción de veracidad siempre ha de tenerla o recaer sobre la Policía?

Son demasiados los casos, lamentablemente, en los que la ciudadanía hemos podido contemplar, atónita, un uso de la fuerza desmedida. ¿Recuerdan la Primavera Valenciana? Primavera en la que los y las estudiantes de Secundaria en Valencia salieron a defender una escuela pública, gratuita y de calidad; a defender sus derechos y fueron disueltos de manera violenta. Recojo aquí una frase de Lucía Martínez: «Los policías deberían empezar a preocuparse de que una ciudadana indefensa tenga más credibilidad que ellos».

Hasta aquí el relato de lo sucedido, el desmentido de la policía y mis motivos para no dar credibilidad al informe policial y creer en la palabra de la ciudadana Mar Esquembre.

¿Qué motivos pueden haber para que en el Congreso se adopten medidas como «el cacheo integral»? Imagino, pero ya les digo, esto son imaginaciones€ que la policía no actúa por cuenta y riesgo, imagino que recibirán órdenes. ¿Quién da esas supuestas órdenes? ¿Quién se atreve a dar órdenes en el Congreso de los Diputados que atenten contra los Derechos Fundamentales de la ciudadanía? El Congreso de los Diputados es de todos, es de todas. Y quienes se sientan en los escaños han de garantizar la inviolabilidad de las personas, no solo del Parlamento.

¿Qué no entiende Gallardón de la frase: «Aborto es sagrado»? Lo preguntó «ojiplático» varias veces mientras las FEMEN lo gritaban en el Parlamento. Es sencillo, señor ministro. El cuerpo de las mujeres es inviolable y ustedes están y ostentan el cargo, que no el privilegio, para garantizar tal inviolabilidad. Modificando la ley de salud sexual y reproductiva y de interrupción voluntaria del embarazo nos usurpan a las mujeres derechos adquiridos en la ley. El cuerpo de las mujeres como principio y fin de la humillación. A las mujeres que lo desnudan voluntariamente para utilizar su cuerpo como pancarta, porque es precisamente el cuerpo de las mujeres sobre lo que quieren legislar para restringir nuestro derecho a decidir, nuestra mayoría de edad, nuestra libertad; las detienen. Y a las mujeres que simplemente acceden al Parlamento, ejerciendo su derecho de ciudadanía, las desnudan. Qué verdad más grande nos ha legado Celia Amorós: «El cuerpo de las mujeres es el libro abierto en que se inscriben las reglas de los pactos patriarcales».

No puedo dejar de pensar en la necesidad del pacto entre mujeres, como apuntaba ayer mi querida Nieves Simón; diputadas de cualquier grupo parlamentario, cuando desnudaron a Mar Esquembre nos desnudaron a todas, a ustedes también; por ello apelo a su condición de mujer, a los que nos une y no a lo que nos diferencia (y probablemente nos enriquece). Apelo a todas las mujeres para que no miren hacia otro lado. Cuando desnudan a una mujer nos desnudan a todas, de la misma manera que cuando se vulneran los derechos de una mujer se vulneran los derechos de todas.

Sólo añadiré que yo creo a Mar Esquembre porque diariamente trabaja, lucha y defiende los derechos de las mujeres, incluso los derechos de las mujeres (quiero pensar que porque recibieron órdenes) que vulneraron sus derechos.

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