En el pleno del Congreso de los Diputados del miércoles pasado (sí, el día en que las goteras retrasaron la sesión), a una pregunta de la diputada socialista Elena Valenciano formulada al ministro Gallardón sobre su archianunciada y sin embargo ignota reforma de la mal llamada ley del aborto (sepan que se trata de la ley de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo), éste le contestó que se llevará a cabo y que se hará «partiendo como base del consenso; ese consenso que durante veinte años ha estado vigente en España con respecto a este asunto (?) y que ustedes rompieron unilateralmente en el año 2010».

No es la primera vez que este ministro, al hablar de «su» reforma, apela a la existencia histórica de un consenso como argumento legitimador de la misma. Es posible, como ya ha hecho en otras ocasiones, que se refiera al mítico y mitificado consenso constituyente. Ése que se edificó por los «padres» de la Constitución a costa de excluir de su texto buena parte de los derechos reclamados por las mujeres: el divorcio y el derecho a decidir libremente cuándo ser madres.

Lo del divorcio, por afectar tanto a hombres como a mujeres, les convenía resolverlo cuanto antes, así que la primera ley no se hizo esperar mucho y en 1981, a pesar de los bramidos de la Iglesia, fue aprobada durante el gobierno de UCD. Pero con la libre decisión sobre la maternidad, que sólo afecta a las mujeres, se anduvo con mucho, demasiado tiento. Fue en 1983 cuando el gobierno socialista pretendió que la interrupción voluntaria del embarazo no continuara siendo un delito en determinados supuestos. El padre del actual ministro fue el comisionado por los parlamentarios de Alianza Popular para interponer el recurso previo de inconstitucionalidad frente al proyecto de ley de reforma del Código Penal. Hubo que esperar al fallo del Tribunal Constitucional, en abril de 1985, sólo para poder despenalizar parcialmente el aborto ¿De qué consenso habla, sr. ministro?

Cada vez que se habla de consenso o de pacto se omite lo obvio: los sujetos del pacto son, por lo general, hombres. Aunque lo que se consensúe o se pacte afecte exclusivamente a las mujeres, como sucede con el embarazo ¿Cómo pueden ser sujetos del pacto quienes jamás habrán de verse en esa situación?

Muchas apelamos al pacto entre mujeres. Estamos por el consenso no mencionado así expresamente, pero sí bien explicitado el pasado miércoles cuando en referencia al machismo, mirando a la bancada popular, Elena Valenciano dijo: «tenemos que liberarnos todas y entre todas». Sin las parlamentarias populares no será posible. Y eso sería terrible para todas.