No ha descubierto la pólvora el presidente del puerto, Joaquín Ripoll, al preparar el pliego de condiciones de la terminal de cruceros, y facilitar el que la empresa que gestione la captación de estos turistas pueda, en los «días muertos», demasiados para una ciudad turística que mira al mar, alquilar también las instalaciones para celebrar congresos, reuniones... o la boda de mi mejor amigo tampoco estaría mal que nos visitara Julia Roberts. El puerto no es ajeno a la crisis y hay que estrujarse las meninges para buscar ingresos más allá de la actividad industrial, en horas bajas por la falta de mercancías, y los palos en el timón de un puerto que en los últimos años ha visto esfumarse la mayoría de los proyectos industriales que trató de captar. Y para colmo se hundió Panoramis, por lo que el margen de maniobra económica de Ripoll ahora mismo se acerca al cero. Por ello, hay que buscarse la vida y como también los cruceros escasean pues buenos serían los congresos. Nada que reprochar, pero sí que resulta irónico que de un tiempo a esta parte a la ciudad de Alicante parece que se le haya colgado el cartel de «Se alquila».

Y ejemplos palmarios no faltan. El Ayuntamiento, el mismo que ha renunciado, de momento según la alcaldesa Castedo, a reivindicar el centro de congresos, ha abierto uno de los iconos de la ciudad, el castillo de Santa Bárbara, a la celebración de congresos, eventos o lo que se tercie. Casa del Mediterráneo, ídem; la Diputación con el Auditorio Provincial tres cuartas partes de lo mismo; la Universidad de Alicante hace tiempo y, ahora, el último en apuntarse es el puerto. A falta de barcos cargados de cruceristas, ávidos de gastarse el dinero en la comercial Maisonnave, buenos serán los congresistas, que también tienen poderío.

Ni un pero a las iniciativas para relanzar el puerto y, sobre todo, para ofrecer ofertas que desestacionalicen el mercado turístico, aunque quizá éstas debían haberse planteado hace 25 años, cuando Alicante era una ciudad puntera y líder en el circuito y necesitaba, como el agua, infraestructuras para congresistas. Hoy, la crisis casi ha acabado hasta con los viajes de incentivos o reuniones profesionales. En Alicante siempre llegamos tarde. Ese es el problema. Eso sí, a este paso cualquier día nos encontraremos con el cartel de «Se alquila paseo emblemático. Explanada de España. Alicante».