Es incomprensible, rozando lo inadmisible, lo que está pasando este verano en Alicante. El comportamiento del equipo de gobierno que lidera la alcaldesa, Sonia Castedo, está abordando las necesidades de la ciudad como si ésta fuera un pueblo del interior desierto en el estío o como si los concejales y técnicos municipales fueran unos grandes desconocedores de la realidad. Es difícil comprender que las playas no hayan estado en perfecto estado de revista desde el 1 de junio, ¡qué digo!, desde Santa Faz; que los paseos marítimos estén a media luz en plena temporada alta y, ahora, la última, que la ciudad esté más sucia. No hay nada que pueda justificar que Alicante, en el momento en el que más visitantes y turistas tiene, tenga la peor limpieza de todo el año. Ni siquiera la falta de dinero en las arcas municipales, que seguro que es lo que hay detrás. Ha costado años dejar atrás el sambenito de que Alicante es una ciudad sucia y es mucho lo que se juega la ciudad y quienes viven del turismo. El calor aletarga e invita al sesteo, pero, por favor, señores concejales, despierten ya.