Cumple el objetivo de entretener o refrescar en horas veraniegas, pero no entusiasmó a los escasos espectadores que acudieron a la primera sesión del sábado. Salta a la vista y al oído que decepciona a un respetable que esperaba algo más y mejor de lo que pudo presenciar. La propaganda siempre infla las cosas con frases grandilocuentes y después puede existir algún chasco. Aun así, y pese a una cierta sensación de frialdad, no por el frescor de la pista de hielo, algunos números destacan, sobre todo en una segunda parte que consigue mayor efervescencia subiendo el calor en la recta final con las canciones de Mamma Mia! Invitan al público a bailar y éste lo hace con ganas de pasarlo bien y de participación. Esto arregla el espectáculo de alguna forma aunque sin llegar a ser «una fusión impresionante» en ningún sentido. Eso sí, la entrega, la simpatía y la capacidad no podemos ignorarlas. Unos escalones conducen a una plataforma donde anidan cuatro músicos, quienes esgrimen los instrumentos con solvencia para brindar su apoyo a los cantantes y al patinaje artístico. El diseño de iluminación es simple. Cambia el vestuario y una pantalla ambienta con imágenes cinematográficas de musicales, a la vez que una voz nos ilustra sobre la historia del cine musical. Oímos en directo temas de Jesucristo Superstar, Fama, Moulin Rouge, Desayuno con diamantes o Grease. Juan Carlos Barona y Rebeca, con buenas voces, se sitúan en primer término junto a Vadim Yarkov y Nicky Scott, coreógrafos y primeros bailarines. La danza de los patinadores, en el reducido espacio, traspasa el nivel elemental en determinados pasajes. Desfilan canciones de Flashdance, Cabaret, We will rock you o Dirty dancing. Una de las mejores que canta Rebeca Pous es The winner takes it all, de Mamma Mia! De este último aparecen Dancing queen o Waterloo. El final se dilata y gusta a la afición. Broadway musical on ice se remonta, como producción estadounidense, a los años 80. Sin alcanzar un gran nivel en definitiva, el concierto y los patines entretienen durante un par de horas, y los tibios aplausos se superan y suben de temperatura.