En pocos meses hemos visto la obra de Juan Carlos Nadal en dos espacios expositivos de la ciudad, en la galería Aural y ahora en Las Cigarreras, espacio más amplio que ha permitido visualizar formatos mayores tanto de su pintura como de su escultura, siendo esto básicamente lo que justifica esta reiteración. Pues si en ambas exposiciones nos muestra una misma concepción pictórica, factura y transformación de los materiales plásticos, el enfrentarse al gran formato supone solucionar los problemas de la investigación del lenguaje en un dominio mucho más exigente. Una concepción de la pintura que sigue la desarrollada en 100% Valencianos en el 2010, exposición colectiva organizada por el Consorcio de Museos. Para situarnos en el análisis de la obra de cualquier artista, la referencia a sus maestros, a veces, es imprescindible. Todo artista, inevitablemente, posee unas herencias, elige a sus maestros a los que imita o interpreta para concretar su propio estilo y definirse en un lenguaje. En Juan Carlos Nadal la referencia al americano David Reed (1946) se hace evidente. Su obra la podemos ver en la galería Marta Cervera de Madrid. Entre Nadal y David Reed se dan unas similitudes precisas, en cuanto a la técnica y a su resultado.

Una técnica que responde al arrastrado de la pintura sobre la superficie del cuadro con elementos como rastrillos, espátulas, brochas, que va conformando el rayado del gesto, creando unas estrías paralelas con el color. Un ritmo lineal determinado por la propia disciplina de la técnica y los elementos empleados, un movimiento en eses, con unas mínimas variaciones obtenidas por la mayor o menor amplitud del radio de la curva. La línea va creando imágenes en ese gesto que inicia y acaba su recorrido en el espacio del cuadro, en una reflexión sobre la planitud y el volumen. El acierto en el color y en el ritmo del dibujo del gesto impone una sensación de formas decorativas, sin que esto sea negativo, sino que hace a la obra más asequible con elementos que el ojo acepta con bastante facilidad. Este es un trabajo de pintor, tanto en la elección del gesto, del color, del fondo, como en la superposición de estos elementos. Para los que conocemos su trayectoria, desde su etapa más figurativa hasta esta abstracción, esta obra última muestra todo este bagaje de conocimiento y formación pictórica. Sin embargo, en la escultura, un lenguaje que requiere un análisis más profundo en la mirada al espacio volumétrico, los logros son inferiores y a veces cae en el regusto excesivo por la curva.

Pero es sobre todo en los dibujos monocromos donde el pintor consigue encauzar la investigación más pictórica, sin que la técnica lo domine, y donde ya no busca el efectismo sino organizar el espacio del dibujo, dentro de unas normas estrictas generadas por ese movimiento sinuoso y casi mecánico del gesto. Algunos de los dibujos son obras a considerar, pensando que, con la exigencia mostrada por este artista, se le abren diversas líneas de investigación.