El cáncer inexistente de Angelina Jolie ha disparado la cotización en Bolsa de una empresa dedicada a los estudios genéticos. Usted pide hora, acude, le analizan los pliegues hereditarios y le dicen sí o no. Si es que sí, el consejo de los expertos es que se ampute, preventivamente, esa pierna sana, ese riñón robusto o ese pulmón que da gusto ver, todo ello a fin de dar un corte de mangas a la estadística. Bueno, bueno, Lewis Carroll era un genio. Cada día que pasa se acentúa la impresión de que vivimos en el mundo de Alicia en el País de las Maravillas. Toda lógica convencional ha sido abolida. Hete aquí que de la noche a la mañana nos encontramos chapoteando en un tipo de raciocinio que no pertenece a nuestros hábitos.

Nos hablan de las pensiones de jubilación utilizando un discurso farragoso, supuestamente procedente del mundo de la ciencia, según el cual, dados nuestros antecedentes genéticos, debemos recortarlas, cuando no amputarlas, aunque ahora estén sanas, para prevenir que enfermen. Nuestras pensiones, dicen, aquéllas para las que hemos trabajado toda la vida, llevan dentro de sí, estadísticamente hablando, una enfermedad que no ahora ni mañana, pero sí tal vez (tal vez) dentro de 20 años aflore. Hay que amputar primero, limpiar bien la zona, y luego no actualizarlas de acuerdo con el IPC. Desactualícese usted, en fin, querido jubilado coma menos, salga menos y muérase antes.

Cuando este asunto se ponga en marcha, las compañías de seguros dispararán también su cotización en Bolsa, al modo que los pechos de Angelina Jolie han hecho subir como la espuma las de la empresa de Myriad Genetics. Todo esto debe de tener que ver con el salto cultural que hemos dado de la economía productiva a la economía financiera. Alguien, en Bruselas o por ahí, da al Gobierno español la orden de recortarnos la vida, y suben, claro, los seguros de vida, los planes privados de pensiones, todo eso. Lewis Carroll en estado puro, el Lewis Carroll de Alicia al otro lado del espejo y también el de la Reina Loca.

Solo que nosotros no tenemos ninguna esperanza de despertar. De hecho, parece que lo que se han propuesto es no dejarnos dormir. Por las preocupaciones.