Hecha la ley, hecha la trampa. La Indicación Geográfica Protegida (IGP) Jijona y Turrón de Alicante va a modificar el pliego de condiciones que regula su funcionamiento de forma que se permita utilizar almendra de fuera de la Comunitat Valenciana para elaborar este dulce tan típico y afamado dentro de esta figura de calidad de nuestra provincia.

El cambio es casi inapreciable, pero verdaderamente importante e ilustrativo. En la nueva normativa se establece que la almendra "puede" proceder de las zonas productoras de Castellón, Alicante y Valencia cuando en el anterior texto señalaba "debiendo proceder". Solo son unos verbos lo que desaparece, pero la cosa tiene su miga porque da a entender claramente que si se compra de fuera la almendra no pasa nada.

Las empresas turroneras acogidas a la IGP dicen que nada va a variar, que son buenos clientes de los productores alicantinos y que seguirán comprando mayoritariamente almendra de nuestra tierra. Y yo me pregunto, ¿para qué cambiar entonces lo de antes, si no hay ningún problema?, ¿por qué sustituir un puede por debiendo proceder? La cosa huele a chamusquina y por tanto creo que todo lo que se diga en su descargo son excusas de mal pagador.

No tienen suficiente año tras año los turroneros con subir el precio del turrón argumentando para ello el aumento del precio al que compran la almendra, cuando a los agricultores nos pagan cada vez menos por ella. Ahora además se enfrascan en una polémica que les interesa y mucho. Ya tienen más fácil comprar donde les venga en gana, es decir, lo más barato, sin importarles su procedencia o calidad. Bueno sí que les importa, prefieren traerla de Estados Unidos, gran parte de la cual entra por el puerto de Alicante, uno de los principales puntos de recepción de almendra californiana, justo al lado de la cuna del turrón en Jijona.

Da igual que la almendra autóctona sirva para crear riqueza en nuestros pueblos y mantener a la población, para preservar el medio ambiente, les importa un pito todo, lo que quieren es vender por encima de todo, no importa su procedencia y caiga quien caiga. Si no quedan productores, si no hay almendra aquí, ya la traerán de fuera.

¿Y que hace la Conselleria de Agricultura en todo este asunto? Aliarse con el más poderoso y autorizar el cambio en ese pliego de condiciones, lo que en lenguaje llano significa que permite a una de sus marcas de calidad que elabore sus productos con producto foráneo.

En lugar de apostar, defender, velar, por lo nuestro, lo suyo, se decanta por empresarios e industrias sin escrúpulos que producen, elaboran y comercializan en función de sus intereses. La cuestión por tanto no es de verbos sino de sentido común, de defensa de nuestros productos locales sobre los de fuera. Nos pagan poco por la almendra, nos reducen las ayudas que recibimos los productores y encima nos las pagan tarde. Y por si todo esto no fuera poco compran la almendra del exterior provocando el abandono de nuestros bancales de frutos secos.

Desde La Unió de Llauradors tenemos muy claro a quién y lo que defender, otros no parecen tenerlo tanto. Quien se debería encargar de evitar estas cosas y apoyar lo autóctono, mira hacia otro lado como si representara a un organismo global y mundial cuando habría de estar apoyando a aquellos que pertenecen, trabajan y miran por los intereses de esta tierra.