Este jueves pasado leí una noticia sobre una mujer que había apuñalado a su marido por intentar violarla. Los primeros comentarios no se hicieron esperar: ¿cómo sabemos si la mujer dijo la verdad? No leí más, pero es demasiado frecuente que se acuse de falsedad a las mujeres víctimas de ataques machistas. Demasiado rápidamente, cuando se trata de agresiones sexuales, la víctima de las mismas se convierte en culpable, especialmente si reacciona defendiéndose.

Cuando Antonio violó a Verónica, la hija de Mari Carmen, buena parte del pueblo acusó a la niña de estar mintiendo. Nada cambió el informe forense que acreditaba que la agresión sexual se había producido. Fue tal el clima de hostilidad hacia ella, que su familia decidió cambiarse de domicilio. Me recuerda a tantas mujeres que han de huir de su casaÉ El resto de hechos ya los conocen. Mari Carmen, ante un comentario provocador del violador de su hija, realizado durante un permiso carcelario, se transtornó y le prendió fuego. Lógicamente fue juzgada y condenada y ha pasado un año en prisión. Ahora tiene que volver a ella porque el Consejo de Ministros denegó el indulto solicitado por su marido y su hija a pesar de contar con los informes favorables del Fiscal y del Tribunal juzgador.

Hay un clamor social solicitando nuevamente el indulto para Mari Carmen. Pero también hay mucha gente que opina que ella debe "pagar" por lo que hizo. El argumento es que no se debe fomentar el "ojo por ojo" o la Ley del Talión. Está claro, eso es contrario a un Estado de Derecho y lo comparto.

Lo que no comparto es el argumento de que la concesión del indulto fomenta esas actuaciones. De lo que estoy convencida es que la denegación del indulto sin motivarla (al margen de otras razones referentes a las exigencias de un Estado democrático) lanza un mensaje que , lejos de erradicar la cultura machista, la refuerza, legitimando así la violencia contra las mujeres. En mi opinión, Gallardón, el ministro competente para proponer los indultos, ha vertido en esta decisión toda su misoginia, de la que hace gala siempre que tiene ocasión, aunque la revista de ornatos jurídicos que, a poco que se contrasten, no son más que mentiras. Mentiras para que las mujeres ocupemos la posición en que el sistema patriarcal nos coloca. Porque en el imaginario patriarcal, una mujer que no responde con sumisión, que se rebela, que se defiende, rompe con el arquetipo femenino que ese sistema necesita mantener para su reproducción. Y no lo pueden consentir. Gallardón nos da buena muestra de ello cada vez que habla. Y también, con la denegación del indulto, cada vez que calla.