Al Capone, invitado de lujo a la boda de la hija de Aznar, regaló a los contrayentes 32.000 euros en iluminación. ¡Impresionante! ¡Más de cinco millones de pesetas! ¿Qué debería Al Capone a los padres de la criatura? ¿Qué pensaría que podría obtener a cambio? A medida que el tiempo pasa sobre aquella boda, va resultando más esperpéntica. Y también más gafe, pues las desgracias judiciales no dejan de llover sobre gran parte de sus asistentes. Cada una de sus fotos ha devenido en un icono del aznarato, que amenaza con regresar para salvar a la patria de las garras de Rajoy, al que el expresidente dejó malherido sobre la alfombra en la reciente entrevista de Antena 3.

De todos modos, regalos de boda aparte, hay que ver con qué alegría apaleaba el dinero el PP de la época. Llegaba un tal Nasarre a la sede del partido y le soltaban 70.000 euros (setenta mil) así, uno sobre otro, en efectivo. Para qué vamos a andar con cheques, con transferencias, con las burocracias que emplea la pobre clase media, de la que hemos logrado escapar.

-¿Cuánto necesitas, Nasarre?

-No sé, unos cincuenta mil.

-Toma setenta mil para redondear y no lo ingreses en el banco para no despertar sospechas. Mételo en la caja fuerte y anótalo en tu contabilidad como una donación anónima.

Nasarre presidía o así una fundación llamada Humanismo y democracia cuya página web cuesta dos duros. Con 70.000 euros haces doscientas mil páginas de ese cariz. No sabemos entonces para qué necesitaba tanto dinero. Resultando todo este asunto enojoso, lo más problemático es que tampoco sabemos de dónde salían los billetes para tener que acarrearlos en bolsas, de modo clandestino, en vez de hacerlo circular por los canales normales. Tanto presumir de que son el partido de la gente normal y del sentido común y ya ven, manipulando pasta negra a espuertas. Luego son los mismos que se pasan el día diciendo por la tele que le exijamos la factura al fontanero.

En cuanto a los sobresueldos, nada que decir. Por lo menos, sabemos que salían de nuestros impuestos, es decir, que era dinero honrado. Mal repartido, pero honrado. Que les aproveche.