¿Tiene España en los momentos actuales, los políticos que los ciudadanos deseamos que nos representen en las Cortes? - ¿Se ha perdido la fe en la clase política? Con los vientos que soplan de corrupciones, corruptelas y otras zarandajas, se diría que una de dos : O nos equivocamos al ir a votar a las urnas, o tal vez, tengamos los políticos que nos merecemos. El escándalo del caso Barcenas, seguido de la profunda división entre el PSC (Partido Socialista de Cataluña) y el PSOE por la pretendida soberanía de Cataluña -por la que el Sr, Artur Más sigue apostando, aún a sabiendas de que la perderá- sigue poniendo a nuestro país al borde una alarma social sin precedentes.

Lo que más preocupa al ciudadano de a pié, -aparte de verse defraudado en sus derechos fundamentales- es contemplar como el poder legislativo se desmorona por momentos, lo que por otras parte, pone en entredicho la filosofía del "Espíritu de las Leyes" que esbozó Montesquieu. El ciudadano, todavía se asombra y escandaliza más cuando, desde el partido en la oposición (PSOE ) se lanzan arengas pidiendo dimisiones y cabezas en las filas del PP. Causa asombro, comprobar de qué manera tan fácil pierden la memoria algunos políticos ya que desde las filas socialistas deberían recordar casos como los de FILESA, GAL, FAISAN... o los tráficos de influencias y tratos de favor en la Junta de Andalucía a los que ahora se ha sumado los ERE...

Mientras, el ciudadano se siente desprotegido e indefenso, sigue siendo la víctima propiciatoria cuando comprende que el dinero de sus impuestos, solo ha servido para el enriquecimiento ilícito de aquellos que le representan. El "triunvirato" formado por la Banca, las empresas constructoras y los grandes partidos políticos se beneficiaron durante muchos años de contratas y concesiones de terrenos. Luego, vino la "crisis del ladrillo" y las empresas constructoras cayeron. Se desmorona el "castillo de naipes", se acaban los grandes beneficios multimillonarios y surgen los "escándalos". Es, el clásico caso del "ídolo de los pies de barro", que cayó víctima de su propio peso.

Alguien, de la noche a la mañana , se enriquece ilegalmente, blanquea capital y lo evade a cuentas de Suiza o paraísos fiscales del Caribe y no ocurre nada, nadie va a la cárcel ni nadie devuelve el dinero robado. La alarma del ciudadano todavía va más "in crescendo" cuando contempla para más "INRI" que la justicia, efectivamente, "no es igual para todos". Algo "huele mal" en un país donde la tasa de paro se ha disparado casi a los seis millones de desempleados -una de las más altas de Europa-. Jóvenes que tienen que emigrar a otros países europeos para encontrar empleo porque en España -pese a tener sus carreras universitarias acabadas- no lo encuentran. Miles de desahuciados sin vivienda que tienen que subsistir de la pensión de los padres.

Ante este panorama tan desolador, ¿qué ocurre mientras? Sencillamente; los ladrones "de guante blanco" se van de rositas. En medio de tanta trifurca y "hedor insoportable" de corrupción ha llegado el momento en el que el ciudadano tiene que tomar el relevo ante su "indefensión" frente al poder legislativo de este país. Frente a este presente tan incierto y desgarrador, surge una fuerza nueva: "nuestra juventud". Ellos, representan nuestro futuro más inmediato aportando nuevas ideas y "aire fresco de cambio". No obstante, es triste comprobar que más de una 30% de nuestros jóvenes, se ven abocados a la emigración para poder labrarse un futuro. Si estos jóvenes se ven obligados a emigrar a otros países para lograr un empleo ¿qué futuro más próximo nos espera? ¿qué España nos queda? ¿la de pandereta y cana? ¿la de los "lunes al sol" de millones de parados? ¿la de los parados y pensionistas? o tal vez la de "pan y toros" -como decía García-? Aunque suene a "utopía" los ciudadanos tienen que adoptar "nuevos combates de su tiempo". Quizás, -por qué no-, lo más acertado sería poner en práctica la filosofía de Ghandi, -más presente ahora que nunca-.

Como es sabido, con su política de la "no violencia", Ghandi puso de rodillas al mismísimo Imperio Británico y logró una India independiente donde pudieron coexisitir hindúes y musulmanes. Si se actúa con la "no violencia" contra la mala gestión de los partidos políticos, tal vez reflexionen y comprendan de una vez por todas que la verdadera soberanía del Estado reside en sus ciudadanos.