En esta época de crisis que promete alargarse muchos años; en que la confianza que los ciudadanos tenemos (¿tenemos?) en los políticos se encuentra bajo mínimos, en que el prestigio de nuestros funcionarios está siempre en el punto de mira; en que se critica a las familias porque no se implican en la educación de sus hijos sobreprotegiéndolos frente a una sociedad cada vez más agresiva y carente de ética; en que los recortes merman las condiciones de vida de todos nosotros mientras los auténticos culpables de toda esta historia se van de rositasÉ en el IES Bellaguarda de Altea -y estoy seguro de que en otros muchos centros educativos públicos también- se sigue trabajando con ilusión. Con menos sueldo, menos prestigio, menos recursos para afrontar muchos más problemas, mucho menos personal, más presión, muchos más alumnos por aulaÉ se sigue luchando para que la Administración no convierta la educación pública en un gueto.

Merece la pena pasarse (o pasearse) estos días por el instituto y ver cómo funciona la gimcana matemática. Merece la pena ver cómo los niños se implican por resolver cada día un misterioso enigma. Merece la pena ir al teatro a ver la obra que el fabuloso grupo de teatro del centro nos presenta este trimestre. Merece la pena dar una vuelta por la biblioteca que los profesores se encargan de hacer funcionar durante todo el año a costa de su tiempo libre desde que la figura del bibliotecario ha desaparecido. Merece la pena pasear por los pasillos y ver las decoraciones de la Semana Cultural de este trimestre o escuchar recitales de poesía o conciertos. Merece la pena preguntar a los alumnos de francés qué les ha parecido el intercambio que han hecho con Francia. ¿Qué tal el viaje a Córdoba y Granada con el profesor de historia del arte? ¿Qué tal la visita cultural de Barcelona? Pregunten también, ya que están, por cómo funciona el huerto del instituto o por el papel que desempeñan los programas de atención a la diversidad, o los ciclos, o si el nocturno es útil para el alumnado de la comarca. Pregunten de paso por el equipo de mediación que hace una labor encomiable previniendo y resolviendo muchísimos conflictos. Si se pasan, eso sí, por favor no miren las agrietadas paredes, los cristales rotos, las deslavazadas puertas, las canastas sin aros, los techos que se caenÉ El centro tiene 9 años y la empresa constructora quebró dejando todas las chapuzas posibles sin arreglar. De hecho, la obra no ha sido entregada oficialmente todavía. ¡Y ahí estamos!

Personalmente, solamente puedo hablar del intercambio con Aurillac (Francia). Nuestros 25 chicos y chicas 7 días allí. Sus 23 chicas y chicos 7 días aquí. En familias. 165 ?. Cantidad de amistades inolvidables. Práctica intensiva del idioma. Descubrimiento de una región, de unos pueblos y de una historia. Recuperación de un hermanamiento entre Altea y Aurillac que, desde hacía 14 años, cual encantamiento de la Bella Durmiente del Bosque, había quedado aletargado. Colaboración e implicación del Ayuntamiento, sobre todo a través de sus representantes del área de educación y hermanamientos; del Ampa, que se implicó tanto con nuestros alumnos como con los alumnos franceses. Implicación máxima del centro a todos los niveles. Ayuda de todo el profesorado para acoger al alumnado francés en las aulas. Enorme predisposición de la Directiva. Increíble respuesta de las familias, tanto francesas como españolas, que han tratado -e incluso querido-, como si fuera su propio hijo o hija, a la persona que ha estado en su casa. Los alumnos, en general, han sabido aprovechar al máximo la experiencia. Al fin y al cabo todo lo que se hace en el centro es por y para ellos. Mi compañero de departamento, Pablo Pastor, ha sido uno de los principales culpables de que el intercambio saliera redondo. También Josiane De Carlo, nuestra homóloga en Francia. Es estupendo que un proyecto que surge a raíz de la idea de un departamento en particular se convierta, de alguna manera, en un proyecto de todos.