El segundo presidente de los Estados Unidos, el considerado uno de los padres fundadores de esa nación, luchador contra la soberanía inglesa, Jhon Adams, afirmó tener la siguiente certeza después de una vida plagada de política y de experiencias: "Un hombre inútil es una calamidad. Dos, un bufete de abogados y tres o más un equipo de gobierno". Por la parte que me toca y previendo esa circunstancia no considero mi trabajo como un bufete, sino como una empresa de servicios multidisciplinar con profesionales especialistas en las distintas materias jurídicas cuando un caso lo requiere, porque -he de confesarlo- tenemos muy mal perder.

Rajoy -viendo lo que estamos viendo, con la sociedad entre desorganizada, cabreada, harta, deprimida y miedosa- tendría que estudiar la biografía de Adams y extraer una o muchas conclusiones para ponerse manos a la obra. Llevamos año y medio oyendo autoalabanzas, autojustificaciones, culpas a la herencia recibida y culpas a la situación internacional. Llevamos año y medio oyendo promesas y anuncios -ya estamos al final del túnel, ya empieza la recuperación- pero eso no acaba de producirse y no acaba ni siquiera de empezar.

¿Tendría razón Adams cuando afirmó que tres o más inútiles son un equipo de gobierno?

Centrémonos en un problema candente: los desahuciados y las plataformas que pelean a diario por los mismos. Intentemos resumir el problema si es que eso es posible porque el asunto tiene mucho más que bemoles. Hay mucha gente con la soga al cuello en muchos aspectos y el asunto de "la casa" es parte esencial de la situación angustiosa. No entro a valorar situaciones de "tramposos profesionales" que entran a un sitio sin intención de pagar y con el deseo de vivir de la propiedad ajena engañando desde el primer minuto. Hablo de personas trabajadoras, honradas, formales que se ven cercadas por una crisis económica de la que no son culpables. Se quedan en paro y con nulas posibilidades de encontrar trabajo, no pueden pagar y el banco les hace las cuentas del Gran Capitán: la casa fue valorada en cien mil, usted ha pagado veinte mil más no sé cuantos intereses. Me quedo la casa y por arte de magia me sigue usted debiendo ciento y no sé cuantos mil más. Usted estará entrampado conmigo de por vida, sin casa pero entrampado hasta las cejas. Ese es el angustioso problema que afecta a la esencia de la vida de los ciudadanos. Esto es lo que pretenden solventar al menos en parte, las plataformas que defienden la "dación en pago". He pagado mi casa mientras he podido, ahora no puedo, quédatela que tú eres la parte potente y yo la débil.

Pues bien, el partido del gobierno, que ya expresó su solidaridad con los más desfavorecidos con el famoso "que se jodan", continúa con una perla cultivada que sale de la boca de otro parlamentario no menos brillante que la hija del líder castellonense, el ínclito Martínez Pujalte. Este señor, por el que cada día me pregunto quién lo ha puesto ahí, afirma con solemnidad que "quieren la dación en pago para comprarse otra casa". Es increíble, como quien gana cinco mil euros al mes puede ser frívolo con quien ha perdido hasta la camisa.

Oigo a un ministro decir que "no se puede poner en riesgo el sistema bancario". Ese ministro es de derechas pero Zapatero decía que era de izquierdas y hacía lo mismo.

Tiene la gente razón: los gobiernos defienden a los bancos y no a las personas. Si un banco tiene problemas lo rescatamos entre todos. Si gana dinero, le pone sueldos astronómicos a sus consejeros delegados y a sus jerifaltes -véase la CAM-. El ciudadano de a pie siempre pierde y la banca siempre gana.

¿Cuál es la esperanza de los políticos? Lo ha dicho Montoro hace poco, que la situación económica levante cabeza. Y yo añado: con poca cabeza que levante la economía, los políticos, con las elecciones cerca, adoptarán unas cuantas medidas efectistas y generosas para empezar otra vez con el circular camelo electoral. Con la eficaz colaboración de la ineficacia socialista, esperan remontar es porcentaje pírrico del 29% de intención de voto que ahora tienen. Tranquilos porque la llamada izquierda no sube del 25 ni encomendándose a Santa Rita que es la patrona de los imposibles.

El partido popular debería corregir su miopía de manera" urgente. Debería renovarse e inyectar savia nueva antes de que sea tarde. Debería dejar de mirar a su propio ombligo y debería dejar de hacer cálculos con la vista puesta en el dos mil quince que es cuando las elecciones tocan. El partido gobernante debería pensar más en los ciudadanos y menos en sus rifi rafes internos, en sus traiciones, en sus grupos de presión, en sus listas y en sus componendas. La gente no es tonta. La gente tiene memoria y en todas estas plataformas hay votantes que andan desesperados y tomando nota. No podemos caminar sin remedio a una italianización de la política española con la aparición de grupúsculos que hagan ingobernable al país.