Afortunadamente no hemos atravesado recientemente por ninguna guerra, pero las consecuencias de esta crisis, bien pudieran parecerse a las heridas con las que un enfrentamiento bélico deja marcados a los países. La desaparición del tejido industrial, el desempleo, la creación de grandes bolsas de pobreza y un terrible endeudamiento entre otros problemas, lastran el futuro de las naciones que atraviesen por estas situaciones. Europa tiene una triste experiencia en este tipo de conflictos, sin embargo, la comprensión con estas difíciles circunstancias y solidaridad, ha sido siempre el motor de la solución. Así pues, la vía de la condonación de la deuda, ha sido ya solución para algunos países altamente endeudados, como lo fue la propia Alemania.

En 1953 Alemania se benefició del Acuerdo de Londres, por el que 25 países acreedores, acordaron una quita del 62% de la deuda arrastrada por este país consecuencia de las dos guerras mundiales. El acuerdo comprendía tanto las deudas generadas en el periodo de entreguerras (Primera y Segunda Guerra Mundial), como las resultantes de la postguerra de la Segunda Guerra Mundial. Una vez superado el periodo bélico, este hecho fue una muestra de la solidaridad y de la voluntad de cerrar heridas. Dando así una oportunidad a un país que sin el apoyo de los demás no hubiera podido salir adelante, pues todos entendieron que Alemania no sería viable si su deuda la seguía estrangulando. Llegados a este punto no está nada mal recordar que entre los países que perdonaron la deuda a Alemania, estaban Italia, Grecia y España, que hoy son prisioneros del endeudamiento y sufren sus terribles efectos. La eliminación de una importante parte de la deuda que soportaba Alemania, permitió su desarrollo y supuso el resurgimiento de este país como la potencia mundial que sigue siendo. Quizás la gravedad de la situación de determinados países de la Unión Europea entre los que España se encuentra, debiera hacer pensar a la "troika" que forman la Comisión Europea, el FMI y el BCE, que esa "única e irrepetible" quita sobre la deuda griega que se aprobó en marzo del 2012, deba ampliarse a otros países, pero además corregida y aumentada.

Por el momento quienes seguimos pagando las consecuencias de la orgía financiera que desencadeno esta crisis, somos los mismos de siempre. Pues desde la UE se pretende seguir protegiendo a los acreedores, aunque para ello se quiebre uno de sus principales pilares como lo es el de la libre circulación de capitales, tal y como ha ocurrido en Chipre, donde los ahorros también soportan quitas. Esta visión supone la construcción de una Europa de los acreedores en la que la sobreprotección de estos, choca frontalmente con los derechos de los deudores, pues estos contribuyen a aquellos con impuestos altos, pérdida de derechos sociales y un sinfín de recortes. ¿Por qué la seguridad jurídica es intocable para los acreedores y no lo es para los ahorradores y deudores?, en este sentido podríamos hablar de las preferentes, de las clausulas abusivas de las hipotecas, o simplemente del derecho al trabajo y vivienda que nuestra constitución establece y que día tras día es sistemáticamente violado.

Sin duda esta generación de eurócratas es la peor desde que se iniciase el proceso de construcción europea. Las medidas que aplican se están tomando en una absoluta ausencia de una hoja de ruta razonable y aplicable a todo el territorio de la Unión. Los parches que han ido aplicando a los problemas no están dando resultados, las previsiones no se cumplen y el deterioro de las economías aumenta, y todo ello con una total ausencia de iniciativas públicas. La política de recortes está provocando la asfixia, y esta no es ninguna solución. Mientras tanto nosotros, ya veremos cómo pagamos los más de novecientos mil millones de euros a los que por el momento asciende la deuda pública española. Cuando se aplicó la quita a la deuda alemana en 1953, nadie pensó que eso de perdonar deudas era fomentar déficit o comportamientos inadecuados, sino ayudar a los pueblos a salir adelante, aún más cuando estos no son los responsables de su propia situación, sino que sufren las consecuencias de lo que otros han hecho.