Florián Rey fue ese director español gran referente del cine mudo así como del cine de la Segunda República. El 11 de abril de 1962, ahora se cumplen 51 años, moría en una habitación del Sanatorio del Perpetuo Socorro de Alicante a causa de una penosa enfermedad hepática y en el mas grande de los olvidos. Sus restos están en el osario general del cementerio municipal de Alicante. Un cementerio que acoge también los de Mercedes Vecino y su segundo marido, Pepe Vaquero.

El realizador de la obra maestra del cine mudo español La aldea maldita (1930) y Nobleza baturra (1936), ambas protagonizadas por la que sería su mujer, Imperio Argentina. Un cine y una industria que fueron abortados con el estallido de la guerra civil. En los años del cine mudo rueda Maruxa (1923), La casa de las Troya (1924) y La Revoltosa (1924). Luego vendrían La hermana San Sulpicio (1927) y La aldea maldita (1929). Ya con el cine sonoro llegaría Sierra de Ronda (1933), Nobleza baturra (1935) y Morena Clara (1936). Un cine basado en las raíces costumbristas pero con referencias al folclore y los mitos populares. Con el estallido de la guerra civil y casado con Imperio Argentina se trasladaron a Berlín. Allí en Alemania rodarían Carmen la de Triana (1938) y La canción de Aixa (1938). Según cuentan las leyendas urbanas, Greta Garbo tuvo una supuesta relación lésbica con Imperio Argentina, así como la presunta amistad y simpatía de la pareja hacia Goebbels y Hitler.

De vuelta a España, La Dolores (1940) con Concha Piquer, Brindis a Manolete (1948) y Cuentos de La Alhabra (1950). A partir de ahí nunca llegó a adaptarse al infracine que le obligaba el régimen franquista y dejó la profesión en 1957, yéndose a Benidorm hasta que fallece en 1962 en Alicante. Este cineasta aragonés, al igual que Buñuel, Saura, Chomón, Forqué y Borau, un puntal del cine mudo español, tuvo un injusto final en el mayor de los olvidos para alguien que contribuyó en gran manera a desarrollar el cine español. Su figura no puede ser olvidada de esta forma y debería ser recolocada en el lugar que se merece.