Un fantasma recorre Europa. Bien con el nombre de deuda o de rescate acecha desde hace tiempo a los países del centro y sur de Europa. El último país en aparecer ha sido Chipre, una pequeña isla del Mediterráneo oriental, dividida entre Grecia y Turquía, utilizada casi como laboratorio, donde se ha impuesto en sus bancos una "quita" a los ahorradores.

A los poco duchos en economía, nos guían las explicaciones de los profesores Vicenç Navarro o Juan Torres. El último artículo Alemania contra Europa, del profesor Torres, ha sido inexplicablemente no publicado por El País, por argumentar una frase como ésta: "Merkel, como Hitler, ha declarado la guerra al resto de Europa, ahora para garantizarse su espacio vital económico". No creo que la idea de Torres fuera identificar a Hitler con Merkel, sino explicar de alguna manera una idea que desde hace algún tiempo algunos interiorizábamos que sucede en Europa: lo que Hitler en la Segunda Guerra Mundial no consiguió con sus tropas, lo está consiguiendo ahora Merkel sin mover un solo tanque.

Los resultados de este "imperialismo financiero", se perciben en los países rescatados por la banca alemana (Portugal, Irlanda o Grecia). Como nos explica Torres, de 1998 a 2008 la riqueza de Alemania pasó del 45% al 53% del total. Esas circunstancias pusieron a disposición de los bancos alemanes ingentes cantidades de dinero. Pero en lugar de dedicarlo a mejorar el mercado interno alemán y la situación de los niveles de renta más bajos, lo usaron para financiar la deuda de los bancos irlandeses, la burbuja inmobiliaria española, el endeudamiento de las empresas griegas o para especular, lo que hizo que la deuda privada en la periferia europea se disparase y que los bancos alemanes se cargaran de "activos tóxicos" (poca información tenemos acerca de que la banca alemana también ha tenido graves problemas financieros).

Al estallar la crisis, tal y como ocurrió en 1929 en Wall Street y entre la banca estadounidense y europea, los alemanes retiraron rápidamente su dinero de estos países, pero la deuda quedaba en los balances de los bancos deudores, estos bancos se resintieron gravemente pero consiguieron que su insolvencia, en lugar de manifestarse como el resultado de su gran irresponsabilidad (a la que nunca se refiere Merkel), se presentara como el resultado del despilfarro y de la deuda pública de los países donde estaban los bancos a quienes habían prestado. Merkel se erigió en la defensora de los banqueros alemanes. El resultado es el actual, el endeudamiento de muchos países con la banca alemana, apoyada por las imposiciones del Banco Central alemán, el Bundesbank, y de éste al Banco Central Europeo dirigido por Mario Draghi, única institución capaz de solventar la actual situación, a través del crédito y los eurobonos.

La situación es harto complicada, porque la posible solución en España, una salida del euro se muestra ahora casi impracticable. La pregunta ahora, es ¿para cuándo una reforma de las instituciones europeas? Un Banco Central Europeo al servicio de los ciudadanos de Europa (si eso es lo que queremos ser), con una reserva federal propia, tal y como sucede en EE UU. Como me comenta algún amigo de la socialdemocracia española, los problemas suceden en España (recortes, paro y desahucios), pero el reto es Europa. Si queremos salir de ésta, hay que forzar una remodelación de las instituciones europeas (de ahí la importancia de las elecciones del año que viene), tal y como viene defendiendo desde hace tiempo Felipe González: necesitamos una Alemania europea y no una Europa alemana.

Nota: gracias al profesor Juan Torres, por su divulgación de conocimientos en materia económica, siempre tan útil, expuesta desde su blog y otros foros. También al Diario INFORMACIÓN por su generosidad en la publicación de mis opiniones.