No se dejen engañar. Aún nos queda crisis. Al menos para los ciudadanos de a pie. Los que tenemos que pagar una hipoteca o para los que no encuentran trabajo.

Puede ser que este mensaje transmita una imagen pesimista y desoladora pero, en realidad, es todo lo contrario. Guarda un horizonte más esperanzador de lo que pueda parecer.

Verán, excepto por la puntual crisis chipriota, vemos cómo la Bolsa sube lenta pero con perseverancia. Al mismo tiempo, la famosa prima de riesgo se rebaja, con pequeñas subidas coyunturales que no aguantan al cierre de sesión. Dos de los índices que hace unos meses nos preocupaban hasta la paranoia, vemos cómo ahora empiezan a desaparecer de nuestros temores y nos dejan dormir más profundamente.

Por otro lado, los políticos nos auguran mejoras para el final de este año o a más tardar, principios del que viene. Así que, haciéndonos de tripas corazón, apretamos el cinturón, aguantamos la respiraciónÉ y ya llegará octubre. Al que desahucien o no pueda comer mientras tanto, mala suerte. "Lo peor ya ha pasado", slogan goebbeliano donde los haya, muy repetido por destacados miembros del Gobierno.

Lo malo es que ya nos conocemos la canción. Recuerdo que en el 2010, cuando la crisis ya nos hincaba los dientes con sarna, pero aún no sabíamos cómo de fuerte sería la dentellada, los responsables gubernamentales de entonces nos auguraban el final de la crisis para el año 2012. ¿Recuerdan los brotes verdes?

Pero llegó el 2012 y la sociedad española se enfrentó a la más severa y cruel austeridad vivida en los últimos veinte años, con recortes para todos y todas, pagos de deuda (y no me refiero a la pública, sino a la que cada familia tiene en su casa), falta de esperanza para los jóvenes (¿alguien nos ha dado los datos exactos sobre los que han abandonado nuestro país este año buscando un futuro, ni mejor ni peor, sólo un futuro?), muertes en los hospitales por falta de atención (que se lo digan a los gallegos y que se preparen los madrileños), padres que no pueden pagar el tratamiento médico de sus hijos enfermos (que se lo digan a los valencianos), casas abandonadas y gente en la calle por no poder pagar hipotecas abusivas (ya nos lo han confirmado en Luxemburgo)É en finÉ un año para olvidar.

Esto es como la zanahoria que ponen al burro para que ande. Lo que pasa es que en estos años de crisis (ya van para seis) nos han tenido que poner varias para poder andar. O más bien para que no nos rebelemos y salgamos más a la calle. VamosÉ para que no montemos la de Dios es Cristo. Con la zanahoria, la policía repartiendo porrazos, el miedo a estar peor, renunciando con resignación a lo ya perdido, y nuestras propias divisiones sociales, como si creyésemos que podemos salir solos de estaÉ nos tienen bien calladitos. "Calma chicosÉ que ya solo nos faltan seis meses de austeridad".

Pero lo cierto es que aún nos queda crisis. ¿Cuánto nos queda? Dependerá: cada vez hay más juicios por corrupción, lo cual no es malo. Lo malo sería que no los hubiesen, porque corrupción siempre hemos sabido que había, lo veíamos en todos los ayuntamientos, sean del color que sean, mientras la costa se llenaba de ladrillos, solo que pensábamos que también había impunidad. Sólo falta que lleguen las sentencias, pero la Justicia necesita su tiempo.

Los movimientos sociales cada vez son más fuertes. Han conseguido no sucumbir a las desacreditaciones injustificadas, estúpidas y crueles de los sectores más reaccionarios que buscaban mancillar su imagen, puesto que no veían otra forma de parar su alarido. ¿Recuerdan a los perro flautas o a los ciudadanos que iban a dar un golpe de Estado en el Congreso el 25 S?

Ahora los movimientos sociales paran desahucios, se atreven a llamar "criminales" a representantes de la banca, impiden privatizaciones, avergüenzan a políticos, denuncian corruptelas, reclaman el dinero robado por bancos, se organizan para ayudarse entre sí, con lo cual no le deben nada a nadie, obligan a los policías a identificarse antes de que repartan leña, al menos en Cataluña.

Lo que los políticos no son capaces de hacer, la calle les obliga. Sólo falta más perseverancia y aguantar, no cesar ante policías con porras, mentiras coperianas (que no kafkianas), políticos que aún no saben que ya no son impunes, banqueros mafiosos cada vez más violentos cuanto más acorralados se ven.

Por eso este artículo de opinión es optimista. Aún nos queda crisis, pero las bases para salir de ella ya están puestas.