Hace unos días, en la presentación de la muestra "Arcadi Blasco, relats de línies i fang" en el Museo de la Universidad de Alicante, todos los asistentes -en su mayoría, amigos del artista de Mutxamel- teníamos la mirada puesta en sus obras, en sus dibujos, pinturas, relieves y esculturas cerámicasÉ pero nuestro corazón estaba pendiente del Hospital Puerta de Hierro de Madrid, donde Arcadi seguía disputando una seria batalla. Aunque no era difícil imaginarlo entre nosotros allí, en la Sala Arcadi Blasco, hablando y restándole importancia a la obra expuestaÉ ¡qué extraña se nos hizo esa inauguración sin Arcadi! ¡Cuánto nos habría gustado tener a Arcadi departiendo con los niños de los talleres del Museo, viendo cómo cada uno de ellos moldeaba una pequeña rueda inocente, un arcadi de barro esencial y prometedor!

Todas las noticias tímidamente alentadoras sobre su evolución hospitalaria -que nuestro amigo Emilio Soler nos hacía llegar casi todos los días- se han ido finalmente al traste. Ahora comienza a imponerse la certeza de su ausencia. Tras los primeros sentimientos de tristeza surgen, casi instintivamente, los recuerdos más recientes y las últimas conversaciones. A primeros de diciembre, en una de las visitas a su casa estudio de Bonalba para preparar la exposición del MUA, Arcadi mostraba su conocida disposición a colaborar y advertía, no obstante, de las limitaciones de su estado de salud. Al repasar el discurso expositivo, insistía en que había que destacar la importancia del mensaje en su obra, más allá de los valores plásticos. Siempre había procurado que sus piezas fuesen capaces de narrar y de constituirse en testigos del acontecer histórico. Obras para ser disfrutadas, sí, pero también para compartir su relato ético. Mientras hablaba, acompañando las palabras con su gestualidad tan personal, la luz del mediodía se deslizaba sobre los papeles de su mesa de trabajo de los que comenzaba a surgir, gracias al contraste entre planos y líneas, uno de sus "Arados", quizás uno de sus últimos dibujos hechos con la intención de seducirnos gracias a su capacidad metafórica. Arcadi Blasco, el gran hacedor y narrador de objetos, con una más que fecunda trayectoria artística y humana, trenzada de unos valores cívicos bien conocidos, constituye sin duda uno de los pilares de nuestra contemporaneidad artística. Un alicantino con una notable repercusión internacional cuyo legado hay que investigar, conservar y difundir, ahora más que nunca.