La bolsa de trabajo de interinos se encuentra abierta alrededor de treinta años, en los cuales los trabajadores, poco a poco, han ido escalando puestos en las listas de interinos por antigüedad, con un sacrificio personal tremendo, desplazándose prácticamente por toda la Comunidad Valenciana (Elche, Jalance, Morella, etcétera), poniendo su vida en juego por trasladarse a zonas frías por carreteras secundarias con hielo para llegar a las nueve de la mañana a sus puestos de trabajo, destrozando prácticamente dos o más coches, con un consumo de carburante que no se le desgrava en Hacienda, y que supone el 70% del sueldo entre dietas y kilometraje, bien alquilando pisos de calidades poco habitables en pueblos semiabandonados. Todo este sacrificio por la esperanza de poder acercarse lo más posible a su domicilio particular y tener un trabajo digno. La experiencia de los interinos es muy superior a los funcionarios, puesto que su índice de conflictividad es muy inferior a los propios funcionarios que se confían en la seguridad de su puesto de trabajo, y no se adecuan a las necesidades de su alumnos. Una gran mayoría de interinos tienen la titulación de varias especialidades educativas que refuerzan sus conocimientos docentes que los funcionarios no tienen, y anualmente cambiar de centro supone para los interinos un aumento de conocimientos docentes superiores a funcionarios, puesto que cada centro es un reto particular a cada profesor a aumentar sus conocimientos docentes, y las formas de hacer del centro educativo.

La Conselleria, aprovechando esta circunstancia, paga menos que a los funcionarios, y tiene una libertad de contratación a su propio capricho, que teniendo una totalidad de funcionarios tendría que asumir. Hasta hoy aceptaba esta circunstancia por serle de utilidad, y respetaba este colectivo con su bolsa de trabajo por antigüedad. Los trabajadores no son objetos de usar y tirar, pendientes del capricho del político de turno, y presuntamente por intereses turbios de favorecer a las universidades privadas con temas como la doble titulación y otras cuestiones como neutralizar sentencias ganadas por los sindicatos, respecto a la seguridad de puesto de trabajo y trienios y sexenios, que suponen de hecho un mayor gasto que en periodos de crisis no quieren respetar.

La situación para los interinos en el día de hoy es de completa desinformación, y una especie de síndrome de Estocolmo, unido a una depresión colectiva de peligrosa bomba de relojería que explotará con consecuencias impredecibles. Es un daño tremendo a miles de familias que están pagando piso, hipotecas, alquileres, financiando el coche para ir a trabajar, y en una palabra, comiendo de esto. Supone igualmente bajar el ranking de solvencia de la Comunidad Valenciana (bono-basura CCC); los bancos que respetaban a los interinos para concederles hipotecas y créditos, por la seguridad laboral como garantía de sus operaciones bancarias, los apartarán del crédito como personas apestadas y poco fiables laboralmente, humillar a profesores con más de 25 años de experiencia en 25 colegios de la Comunidad es degradar la enseñanza y al esencia del saber que es la experiencia.

Estos interinos de usar y tirar, en personas de 60 años de edad que tienen algunos, para enfrentarse a oposiciones caprichosas y no dar en definitiva plazas de funcionarios, es un presunto delito de coacciones, contrario a las más elementales leyes laborales. Tengamos en cuenta que, presuntamente, se pretende no pagar trienios y sexenios, e intereses turbios que menciono aneriormente. El mero hecho de presentar todo esto en las fechas de Fallas y Semana Santa, se puede apreciar la presunta mala fe, que de si un empresario particular se tratase, el juez de lo laboral, condenaría sin paliativos. Los sindicatos, desgraciadamente, en su afán de aumentar el número de afiliados, juntan intereses contrapuestos, los mismos interinos, algunos cobardes ni siquiera irán a la huelga por no perder unos cuantos días de trabajo, cuando la realidad es sumirse en la miseria en apenas dos años, porque no trabajarán, y con 50 años, nunca.