Toni, al fin, cantó. Perdón por el chiste malo, pero es que no me inspira otra cosa. Y eso que en su majadero comportamiento, hecho de trozos de desinformación, pícara maldad y gansada bien trabajada, hemos de reconocer una virtud: UPyD se retrata, deja de jugar al escondite para enseñar su patita de lobo ávido de votos. UPyD, recordémoslo una vez más, es el populismo, eso que adopta diversas máscaras y que amenaza las democracias en muchos lugares de Europa y de lo que, aquí, algunos ingenuos piensan que estamos a salvo. UPyD, con su nacionalismo español siempre al borde de la histeria y con su afición al "yo pasaba por allí y no tengo la culpa de nada", sólo es capaz de ir girando pautadamente a la derecha o a la nada: su equidistancia es sólo aparente, tácticamente medida para que parezca que "no es como todos los demás", pero no puede evitar, una vez instalado en las instituciones y con buenas perspectivas de crecimiento, ir destapando sus sombras.

El populismo no en una ideología consistente: su esencia consiste en presentarse como "el auténtico" pueblo, o su encarnación, negando la validez de los mecanismos de representación, las mediaciones inevitables entre ese pueblo y los órganos de gobierno. El problema es que una vez que se disfrazan de partido no pueden evitar la contradicción y si no tienen fuerza para aspirar a anular los mecanismos de representación, tratan de alcanzar la cuadratura del círculo a base de presentarse como los exegetas del "sentido común". Pero de un sentido común que se constituye a partir de lo peor de la sociedad: el egoísmo instintivo, la necesidad de seguridad frente a los "otros/as", la afirmación de la superioridad de los que son superiores, la desconfianza ante el débil. Nunca lo desvelarán todo de golpe: cada cosa a su tiempo, pero siguiendo la lógica sin desmayo.

En esa perversa deriva que busca llevar siempre el viento a favor, Toni Cantó ha asumido el papel de histrión. Y parece feliz con ello. Incluso es posible que encuentre una segunda oportunidad profesional como demandante de disculpas, aunque relativas, porque a él, ay, le engañan. Pero así va acumulando cuartos de hora de gloria con frecuencia, sin necesidad de argumentar, sólo afirmando, reiterando, elevando a chascarrillo lo que es problema hondo, angustia terrible para miles de personas. Mas no veamos en él un premeditado intento por ser más machista o más lo que sea: tanto le da y podría pasado mañana presumir de lo contrario.

Lo que le pone en evidencia no es una idea (?) sino la apremiante necesidad de comunicar a la ciudadanía su penúltima revelación, de imitar a algún grupillo empecinado en mantener la mentira sorprendente o en confundir esa mentira con la actitud de rebelde que navega contracorriente, cuando, en realidad, es de los que van siempre a favor de esa corriente porque, por ejemplo, los asesinos de mujeres, los maltratadores, no serían posibles si no flotaran en una cultura, la misma que ahora ha alimentado el simpático diputado, que se complace en imaginar desprecios y sevicias. ¿Error? Para nada. ¿Nos imaginamos a Cantó y su troupe cometiendo este error hablando de las víctimas del terrorismo etarra? Pues el terrorismo feminicida lleva años causando muchas más muertes que los terroristas de ETA. ¿Nos harán creer Cantó y Rosa Díez que no lo saben? ¿Creen que ante esta realidad basta con una disculpa? Toni Cantó, en ese empeño de imitar, de distorsionar, de desfigurar la realidad para cazar más poder no sólo se comporta como el payaso que hace de esa captación de signos su oficio, sino que muestra que su visión de la política es más deleznable que la de los "políticos" a granel a los que dice criticar.

Y sin embargo es difícil que esto se entienda, que lo que es gravísimo no se haya convertido en una anécdota digna del olvido dentro de unas pocas semanas, como cuando se metió en filosofías de párvulo al hablar de los derechos de los animales para defender la españolísima fiesta nacional contra los dragones asesinos del nacionalismo periférico. Se siente digno de perdón y la cosa daría para un análisis psicológico si no fuera tan triste. Pero, mientras, UPyD sigue escapando con las manos limpias, aunque pringosas, de cada una de estas anécdotas. Ni el PP ni el PSOE -ni otros- le formulan críticas normales en una democracia competitiva y sólo en casos extremos saltan en defensa propia. Ese miedo a criticar el populismo me da mucho miedo. Pues, mientras, sigue alimentando su papel de actor ausente, su aire de modestia y sus ínfulas de centrismo avisado. Y preparan un mundo en el que Toni Cantó esté contento de haberse conocido. Y pobres de nosotros, los que no le reconocemos ni gloria ni honor en su desfachatez.