El encaje de Cataluña con el resto de España nos importa a todos. Celebradas a últimos de noviembre las elecciones anticipadas por el president de la Generalitat y al no haber obtenido éste el resultado esperado, algunos pensaron que la cuestión estaba resuelta; ni mucho menos lo está, aunque creo que tampoco tiene las cosas tan a su favor el señor Mas. Escribo este artículo cuando se está discutiendo la moción presentada en el Parlament de Catalunya. El clima de división creado, es el resultado de no entender que la actividad política está en orden a favorecer la convivencia y ésta debe ser la norma por la que se deben regir, sobre todo, quienes ostentan cargos de representación pública. Por ello, entiendo que en este momento, sin demoras, se debe aprovechar la situación para tender puentes, algo no muy habitual en nuestra vida política en estos tiempos y que tanto se demanda por parte de la ciudadanía.

Es cierto que desde las esferas del Gobierno de la nación, últimamente se ha impuesto un cierto silencio, una cierta prudencia, lo que nos ahorra al menos, oír ciertas declaraciones estridentes e imprudentes tales como las emitidas por el señor Wert y no solamente por él y que son un ejemplo claro de lo que no se debe hacer. También parece que en los últimos días, está empleándose un lenguaje menos duro por parte de los dirigentes nacionalistas, lo que nos ahorra también declaraciones fuera de lugar y espero que un cierto respiro en discursos bastante escasos de contenido; no dejo de dar importancia al cambio en el tono y en las palabras, pues el arma para defender las ideas en la democracia es la palabra y todo lo que sirva para al menos disminuir la crispación, a la que tan acostumbrados nos tienen nuestro políticos, bienvenido sea. Cambiando el tono y también al menos algunas palabras, tal vez se ayude a cambiar la realidad.

Entiendo que se debe profundizar en la línea de encontrar puntos de encuentro y en esta labor no deben estar solo los políticos, este es un tema muy serio para dejarlo solo en sus manos. En esta tarea de crear espacios de encuentro tiene enorme importancia el mundo de la información. La excelente labor que están llevando a cabo muchos profesionales, no puede empañarla el papel nefasto que algunos medios de comunicación han tenido en la creación de un clima de crispación. Nadie puede sentirse ajeno a la tarea de fomentar la convivencia y en ello tenemos los valencianos un papel relevante que cumplir. A lo largo de la historia, las relaciones entre Cataluña y Valencia han sido especialmente intensas y siendo ello sumamente importante, quiero poner de manifiesto las potencialidades que encierra el presente. Participamos, además de la lengua castellana, de una lengua propia común, independientemente de la denominación que le queramos dar y en la que tantos valencianos han dejado y lo siguen haciendo un espléndido legado cultural. Yo me pregunto por qué en vez de estar empeñados algunos y sobre todo ciertos dirigentes políticos, en querer crear una identidad basada en la diferencia -cuando precisamente la palabra identidad significa semejanza- no aunamos los esfuerzos en el desarrollo de nuestras manifestaciones culturales y también en su proyección exterior.

Recientemente hablaba de ello cuando en un artículo en este periódico hacía referencia a la ausencia de la Comunidad Valenciana en "El espacio de las lenguas ibéricas y prehispánicas" promovido por el Instituto Cervantes, un ejemplo de cooperación entre el Estado y diversas comunidades autónomas, con el fin de promover la investigación y difusión por el mundo de las lenguas y culturas de la Península Ibérica. Me he referido a ello como ejemplo de lo mucho que podemos hacer en común, en ello y en tantas cosas, como acordar la potenciación de las comunicaciones o la intensificación de las relaciones comerciales. La historia ha trenzado lazos de unión y aunque también es cierto que podemos recurrir a la historia para ahondar en las diferencias, ya decía Ortega que sobre todo a los pueblos les unen los intereses y son muchos los intereses comunes que defender entre catalanes y valencianos, como sin duda son muchos los intereses que defender entre todos los pueblos de España, pero no estaría mal que ante el tema planteado en Cataluña, tomásemos los valencianos un papel más activo; sería bueno para sacar a los partidos políticos de nuestra comunidad del ensimismamiento en el que están instalados. Mirar un poco más allá de las estrechas fronteras de nuestra comunidad, cuando no de las mismas puertas de las sedes de los partidos, nos puede ayudar a adquirir un cierto protagonismo en la política nacional, en la que estamos siendo -y esto viene de largo- tan irrelevantes. Tomar la iniciativa de la colaboración con Cataluña en el marco del Estado español, es un modo de actuar en pro de la vertebración de España.

En esta labor de tender puentes tienen un papel político especial los municipios; la entidad municipal no se define por las fronteras, la relación es la de vecindad, de cercanía. Desde el lenguaje concreto de la colaboración surgido de la vida local, siempre será más fácil entenderse. Ejemplos concretos de esta colaboración fecunda entre los municipios de Cataluña y la Comunidad Valenciana los tenemos, y así nos vendría bien en estos tiempos, tener presente la historia para mejor acertar en el presente y en el inmediato futuro. Recuerdo en estos momentos de manera especial las palabras pronunciadas desde el balcón del Ayuntamiento de Elche por la escritora y en aquel momento teniente de alcalde del Ayuntamiento de Barcelona, Maria Aurélia Capmany, en la que manifestaba cómo su amor por las tierras de Valencia, se había despertado desde las voces de la "Festa" que le transmitían el mensaje de saber que tenía una ciudad amiga.