La propuesta de declaración lanzada por CiU y ERC me pilló en Barcelona donde había aprovechado para verme a comer con amigos, profesores en la Autónoma, la Politécnica y la Oberta (nadie de la Central y nadie de mi área).

Algunos sociólogos tenemos la manía de agrupar los comportamientos observados en categorías. Creemos así que se supera el exceso de complejidad sin caer en el simplismo, aunque resulte molesta esta manía de etiquetar. Vayan, pues, los dos tipos encontrados. No una muestra representativa del conjunto catalán. Solo expresan dos formas de abordar la situación. Añado, para que conste en acta, que no fui yo el que sacó el "tema" sino ellos y que las conversaciones se desarrollaron en mi balbuciente catalán.

El primer grupo lo forman los nacionalistas que no eran independentistas y ahora declaran serlo. Algo ha pasado para que se haya producido ese cambio que, por otro lado, ha tenido reflejo en el aumento de votos de ERC. El argumento básico es que España les maltrata y, en los últimos tiempos, más. Menos inversión que en resto del Estado, apretando las clavijas en el asunto de la deuda herencia del pasado (pero eso no lo subrayan porque en el "tripartito" también estaba ERC) y negándose a un "pacto fiscal" que consideran justo. Con la guardia bajada, también repiten lo que en su día ya dijo Tarradellas, a saber, que no puede ser que Murcia (sic) tenga el mismo grado de autonomía que ellos. Ellos, que sí son una nación, deben tener más: Estado. Pero la independencia no va a ser fácil: Madrid no les va a dejar ya que sería catastrófico para España perder la aportación económica que supone Cataluña, sea al PIB sea a las arcas del Estado. El argumento de que algo reciben no les hace mella. Son víctimas, y dejarán de serlo cuando lleguen a la independencia que solucionará sus heridas históricas (la referencia a la allí exitosa novela Victus es obligatoria en este contexto).

El otro grupo también es nacionalista y, probablemente, aunque no se declara tal, es independentista... pero no ahora. Sus argumentos son menos "religiosos" (es decir, basados en la fe y aceptando solo los argumentos que les confirman en ella), más matizados y, por qué no decirlo, más racionales. La convocatoria es una irresponsabilidad y, probablemente, tenga elementos de manipulación por parte de la clase política gobernante que así distrae la atención del problema de las "retallades", los recortes. Eso lo saben también allí en las universidades. Planteada ahora, y en términos de confrontación con "Madrid", es suicida porque no es viable y solo tiene efectos negativos, amén de la más que evidente falta de transparencia sobre de dónde vendrían los fondos para las pensiones, qué pasaría con el comercio con "España" (menguante, pero todavía de suficiente importancia como para que preocupa a los empresarios que no hacen más que llamadas al entendimiento entre los dos gobiernos) y si habría que ir a una moneda diferente en el caso de que la Unión Europea aplicase sus normas y el gobierno de Madrid vetase la inclusión del nuevo Estado en la Unión Europea.

Los, llamémosles, "religiosos" muestran un exceso de emociones y sentimientos, pero que son reales y que explican la "marea" independentista probablemente creciente y acrecentada por una crisis que nadie entiende y para la que se buscan culpables que estos han encontrado: Madrid (o, mejor, España). Así que votarían "sí a la independencia". Los otros, que plantean con claridad la relación entre medios (la independencia "ahora") y fines (el bienestar social, el crecimiento económico), no tengo claro qué harían en el caso de un referéndum aunque votarían sin duda que sí si lo que se les pregunta fuese sobre su derecho de autodeterminación (púdicamente llamado "derecho a decidir").

Para mí, lo más curioso es que los primeros creen que la negativa española se debe a cálculos económicos mientras que los segundos ven en el dicho rechazo una actitud "religiosa" por parte de los españolistas que creen en la "sagrada unidad de España". Que no se pueda tocar la Constitución es algo que ambos saben que es falso: ya se ha tocado, y de tapadillo, dos veces. No se puede negar.

Creo que ahí está ahora la mayoría electoral, pero no la totalidad catalana: solo Barcelona, solo universitarios, solo nacionalistas. Obvio que tendría que ampliar el campo y ver qué dice la gente que votó por Ciutadans o por el PP, más "religiosos" los primeros, más calculadores los segundos. ¿El PSC? Liadísimos.