De vez en cuando Javier Gómez-Navarro se deja caer por aquí para deleitarnos e instruirnos con sus siempre amenas charlas. Hace pocos días tuvimos la ocasión de escucharle -y de darle un abrazo- aprovechando que la fundación Frax, de la mano de Fundesem y del diario Información nos lo trajeron para que con su cercano y coloquial estilo nos hablara del turismo (pasado, presente y futuro). Un lujazo compartir sus conocimientos y experiencias.

Aunque lo de aprender de las experiencias de otros no es que sea el fuerte del sector turístico. Nos inclinamos más bien por el escarmiento en cabeza propia en lugar de hacerlo en la ajena. No había más que ver la abundancia de hoteleros presentes en la sala: ¿uno? (Voz de mi conciencia): "Venga, no me seas tan drástico". Bueno lo voy a duplicar: ¿dos? (De nuevo la voz): "Desde luego lo tuyoÉ". Vale, lo triplicaré: ¿seis? Y no digamos de la asistencia de cargos públicos: ¿cuántos alcaldes de la comarca estuvieron presentes a parte del de l'Alfàs? ¿Y concejales de los municipios de la comarca exceptuando los del pueblo? Esto, hmmÉ ¿Ni los de turismo? Menos mal que disponemos del cero que si no me quedo sin poderles asignar ningún guarismo.

Y, ¿qué nos puede contar Gómez-Navarro? Pues, algo tendrá que decir una persona que ha sido ministro de Turismo, secretario de Estado de Deportes, presidente del Consejo Superior de Cámaras de Comercio, asesor de varios gobiernos extranjeros, consejero de Iberia, ejecutivo de Viajes Marsans (del Marsans de antes, ¿eh?) directivo de varias empresas nacionales (Aldeasa, por ejemplo). Y entren en su currículo si quieren saber más, que a mí no me gusta resultar pesado. ¿Podrá contarnos cosas este hombre? Allá ustedes si se lo pierden.

Uno de los muchos conocimientos de los que dejó constancia fue sobre las estrategias de los parques temáticos que tan bien manejan los americanos (que, como inventores, algo sabrán). Resulta que ellos creen que a los clientes de sus parques les gusta estar apretados, que parezca que el recinto está superlleno, que hacer colas es una prueba de su éxito y atractivos. Y, ¿qué dirían que son capaces de hacer para no aparentar lo contrario? Nos lo dijo Gómez-Navarro: llegan hasta el extremo de pagar a figurantes para que parezca que hay colas en todas las atracciones. ¡Serán tontos! Con lo que a mí me gusta llegar y besar el santo, sin nadie que me empuje y con asientos libres alrededor. ¿Seguro que no son lelos? Mira que si, por una de esas, aquí pudiera suceder lo mismo y tuviéramos que acabar dando la razón a esos triunfalistas de Hosbec que, según se dice, siempre publican mejores cifras de ocupación de las reales.

Que conste que algunos, como no somos americanos, pensamos que esta es una estrategia errónea, pues nadie va de vacaciones a un sitio si sabe que está muy vendido, lleno; por lo que es mejor dar la imagen de que hay muchas plazas disponibles y que el cliente va a estar confortablemente instalado, bien anchito, todo el espacio para él. Se ve que nosotros, al contrario de los americanos, nos imaginamos una escena bien diferente cuando nuestros clientes sopesan decidirse por uno u otro destino. Nosotros pensamos que el cliente se hace la siguiente reflexión: "Vamos a ver cuál es el sitio más vacío. Qué lugar es el que peor se está vendiendo esta temporada". Y allá que nos vamos.

Hay muchos, sin embargo, que no tienen ni idea. Como ocurre en el caso de las discotecas con tirón o las macro fiestas, que también les gusta simular que van a estar atiborradas y practican el sistema americano -y erróneo, que conste- de fingir largas colas en su entrada. No, lo de la ocupación de las plazas turísticas no funciona así. Está claro que lo que atrae a más clientes y lo que permite cobrar precios más altos es convencerles de que estamos vacíos. Por eso el dar la sensación de éxito, de que te lo quitan de las manos, es tan perjudicial para el conjunto del sector. Así que señores de Hosbec no nos perjudiquen más con sus estrategias propias de americanos. Otro tanto podríamos pedirles a Trivago y Booking que en su oferta de plazas para Benidorm tienen la mala uva de comunicar que está muy vendido para fin de año y puede que se les acabe el género, ¿qué quieren que no se venda? No, por favor, ahora que atravesamos por la peor ocupación de la década (reconocida hasta por Hosbec), les suplicamos que no lo estropeen, que lo que deben de comunicar es la imagen de que estamos muy mal vendidos, casi vacíos, que no nos quiere nadie, a ver si de esa manera vienen más clientes.

Además, evitar dar mejor imagen de la que se tiene no es sólo cuestión de conveniencia, existe también la honorabilidad. Nosotros no queremos parecernos a otros que con su chovinismo aparentan ser lo mejor de lo mejor. Nosotros, no. Pobres pero honrados, faltaría más. Nuestra formación moral también pesa a la hora de fingir. ¿Por qué creen que expresamos una opinión tan baja de nuestros atractivos? Por sentido de la responsabilidad y por ayudar, está claro. Alguien tendría que haberle explicado a Gómez-Navarro que todo no se puede importar y que aquí -muchos- pensamos que resulta de lo más odioso aparentar y consideramos que la ostentación es un grave pecado, que nada ofende más que presumir de que las cosas te van bien.

Menos mal que de Hosbec había muy poca gente en la conferencia y no se reafirmarán en su odioso optimismo. A ver si entre todos les convencemos de que en pos de la ansiada humildad deberían, si hace falta, maquillar sus inoportunas cifras a la baja. No escuchen, por favor a Gómez-Navarro. ¿Qué sabrán los americanos?