Entre el simplismo de creer que el propio país es como una isla y la "complexité de la complexité", hay un enfoque intermedio, igualmente simplista, que consiste en dividir el mundo en solo dos grupos. A su favor tiene la tendencia de la mente humana a pensar en términos binarios. Pero en su contra está la "rugosa realidad".

Esta división dicotómica es muy frecuente: países ricos y países pobres (o enriquecidos y empobrecidos), centrales y periféricos (que es la que suelo utilizar, aunque con matizaciones), desarrollados y subdesarrollados (después sustituido esto último por un púdico "países en vías de desarrollo") y, últimamente, Norte y Sur. Esta última dicotomía suele encontrarse en escritos de algunos que han hecho de la "cooperación al desarrollo" toda una vida, pero también aparece en escritos del Banco Mundial (que, además, utiliza con mucho desparpajo lo de la "cooperación Sur-Sur") y hasta en textos más o menos revolucionarios donde aparece el término "Sur Global", no muy bien definido, todo sea dicho.

Es posible que esta idea Norte-Sur funcionase en décadas pasadas, sobre todo cuando se evaporó la confrontación Este-Occidente en la que se inscribían las palabritas relacionadas con el "desarrollo". Pero el mundo ha cambiado de manera notable como para que esas dicotomías sirvan, realmente, para entender qué es lo que está pasando. El mundo se ha hecho (y era) más complicado que eso, desgraciadamente para los que sufren de pereza intelectual o han encontrado en la fácil dicotomía una justificación para actividades varias.

En un reciente estudio de José Antonio Alonso (no se confunda: me refiero al catedrático de economía de la Complutense de Madrid) escrito para una agencia de Naciones Unidas, indicaba algunos cambios en el sistema internacional que tenían consecuencias para las políticas de ayuda, a saber, la creciente heterogeneidad del mundo "en desarrollo" (uso sus palabras), la cambiante geografía de la pobreza (por ejemplo, el número de subnutridos/hambrientos en los países "ricos" ya se cuenta por millones y su monto es creciente, según la FAO), la multi-polaridad del mundo y la irrupción de nuevos actores en la escena internacional.

Cuando solo había Norte y Sur, podía pensarse en cooperación, ayuda, codesarrollo entre uno y otro, pero, básicamente de uno (el Norte) al otro (el Sur). Cuando se observa, hoy, quién coopera, ayuda o codesarrolla con quién, es preciso darse cuenta de que esa dicotomía ha saltado por los aires. China ya es el gran "cooperante" de África como el Brasil podría llegar a serlo de España o de Portugal. Hay, pues, más formas de clasificar los 200 países y sus organizaciones (porque casi todas acaban dependiendo de uno o varios países y, a este respecto, son muy sugestivos los intentos de algunos países -la China, Rusia, la India, Brasil y Sudáfrica- de crear su propio Banco Mundial).

1. Porque, sí, existen los llamados países "emergentes" a los que es absurdo situar en el Sur y ver, por ejemplo, la relación China-Ecuador como relación Sur-Sur. Mantienen, a pesar de su reciente ralentización por culpa del hundimiento de la demanda en sus habituales compradores, un crecimiento que ya lo quisieran para sí en la Eurozona, dedican una notable cantidad de dinero a la inversión en el extranjero, al comercio internacional y al suavizante de ese intercambio desigual que consiste en la "cooperación al desarrollo". De los BRICS recién citados, tres son potencias nucleares y dos (Brasil y Sudáfrica) han tenido tentaciones de serlo.

2. En contrapartida, los países hasta ahora centrales ya no son tan centrales y se discute si la potencia hegemónica en el siglo XX (los Estados Unidos) va a seguir siéndolo a pesar o precisamente por su híper-gasto militar (prácticamente, la mitad del presupuesto militar del mundo). Unos para arriba y otros para abajo y me atrevería a incluir, entre estos últimos, al Japón y Alemania.

3. Siguen existiendo los "países en vías de desarrollo", solo que esta vez va en serio. Vuelvo a pensar en el ejemplo del Ecuador: se reduce la pobreza y la desigualdad, se incrementa el gasto social, en educación y sanidad y se reduce el desempleo. No es único.

4. Eso sí: hay países que hasta el Banco Mundial pone por debajo de los anteriores. Países desesperados que los eurocéntricos llaman "estados fallidos": se hunden como los anteriores mejoran.

5. Porque hay un quinto grupo: países en vías de subdesarrollo, como son Grecia, Portugal, Irlanda, España, Italia y tal vez alguno más (Max-Neef incluía a los Estados Unidos, pero parece exagerado).

¿Qué queda de Norte-Sur? Poco.