Por culpa de las prisas que les entraron a los de Convergencia i Unió con su nuevo "look" de nacionalismo independentista, me veo de nuevo en la obligación de escribir sobre las elecciones autonómicas catalanas del domingo pasado, algo muy pesado teniendo en cuenta que hace un mes hablábamos de las elecciones autonómicas de Galicia y el País Vasco. Cuesta entender cómo en tiempos de procelosa crisis, a los políticos les importe un pito (hacía mucho que no utilizaba tan pedestre y cautivadora expresión y, qué quieren que les diga, me importa otro pito) la crisis y convoquen costosísimas elecciones a mayor gloria de su propia gloria. En el caso de Cataluña resulta que el amigo Mas no hacía más que castigar el bolsillo y los derechos sociales, educativos, sanitarios y laborales del pueblo. Agobiado por el clamor ciudadano contra su política de ajustes que solo afectan al "poble" y no a los políticos aprovecha una manifestación en Barcelona e interpreta, junto a sus fieles pelotilleros (otra prosaica expresión que deberíamos utilizar más al hablar de Mas), que el rebaño necesitaba un profeta vestido de Moisés "deconstruido" al siglo XXI (como la original tortilla de patatas de Ferrán Adriá, también llamada española, Artur) para conducir al esclavizado pueblo catalán a la tierra prometida de la independencia y la libertad. No puedo asegurarles si en sus "egipcios" sueños el elegido Mas recibiera del más allá la sentencia de que el sacrificio por tan portentosa hazaña por él realizada fuera que jamás vería la tierra prometida, espectáculo solo reservado a su grey. Luego me hablan sobre si los relatos bíblicos son pura fantasía. Pero luego, que ahora estoy leyendo la leyenda.

No seré yo quien ose analizar el resultado de estas provocadas y arriesgadísimas elecciones, y mucho menos si el señor Artur ha hecho el ridículo con sus fantasías bíblico-faraónicas, bastante tiene él con encontrar de nuevo el cauce del Nilo en el que se perdió y bastante trabajo tienen ustedes dos intentando encontrar dónde se ha perdido el socialismo catalán venido mayormente de Andalucía, Galicia, Castilla, Extremadura o Murcia. Porque esa es otra de las lecturas posibles al ejercicio de improvisación socialista con la que se presentaron el PSC de Navarro y el PSOE de Rubalcaba con su novedosa receta de federalismo avant la lettre surgido de la noche de los tiempos de "maricastaña" (expresión que refleja qué tiempo nos ha tocado vivir, María Castaña). Decían algunos que Zapatero no había dejado ninguna herencia, y puede que tengan razón si se refieren al beneficio reportado al PSOE, pero no tengan duda de que el perjuicio sí ha sido un legado del maestro leonés. Tras su salida del Gobierno al perder las elecciones, los socialistas no han hecho otra cosa que perder y perder votos y escaños. España, Andalucía, Galicia, País Vasco y Cataluña. Si solo achacáramos el desastre a la factura de la crisis, el PP también habría perdido escaños en esas elecciones. Tiene que haber otra explicación, Zapatero, tiene que haber algo más, que diría Mas al advertir la contundente actuación de sus Mozos y Mozas de Escuadra entrando en el Ayuntamiento de Sabadell en una operación contra la corrupción urbanística y en la que se han visto implicados varios cargos del PSC. Y hablando de Mossos d´Esquadra en la idílica Cataluña, doscientos jueces de toda España reprobaban este jueves el doble indulto del Gobierno a cuatro mossos condenados por torturas (según Gallardón, concurrían todas las condiciones favorables, como también concurrieron en el indulto a un conocido banquero que otorgó Zapatero poco antes de irse a inspeccionar estrellas en su idílica jubilación). Al tiempo que esos 200 jueces reprobaban el indulto, Gao Ping y 11 implicados en la trama china quedaban en libertad. Es la España real dentro de la idílica Cataluña. Nada nuevo, nada distinto bajo las estrellas que hemos inspeccionado.

Nada nuevo en Cataluña que la haga diferente al resto de España: la corrupción política. Porque todavía están por aclararse casos de corrupción en la idílica Arcadia catalana, la tierra prometida del pasaje bíblico soñado por Artur Mas, que afectan presuntamente a Convergencia i Unió. El socialista Pascual Maragall lo dijo alto y claro en el mismísimo parlamento catalán cuando les espetó la frase "ustedes tienen un problema y este problema se llama tres por ciento". ¿Qué ha sido del problema, queridos hermanos?, ¿fuese y no hubo nada?, ¿fuese el tres y quedóse el ciento? Nada. También fuese y no hubo nada en los ERE andaluces; la comisión parlamentaria creada al efecto así lo ha determinado en sus conclusiones. Ha sido un fiasco hasta para el presidente Griñán, que ya es decir. Y ya veremos cómo acaba la comisión creada al efecto en el caso Madrid Arena tras las declaraciones y el comportamiento de la alcaldesa Botella y algunos miembros del PP del Ayuntamiento de Madrid. Ha muerto la quinta víctima. Y ya veremos cómo quedan los casos de corrupción del PP en la Comunidad Valenciana. Y ya veremos cómo quedan tantos y tantos casos conocidos y por conocer en Cataluña, en Andalucía, enÉ España.