Antes muertos que sencillos, podía ser el lema de los policías municipales de Alicante, que ya no van a pasar más frío. Si es cierto lo que publican los medios, llevan unos anoraks que deben ser lo más porque cuestan 575 euros cada uno. Y de El Corte Inglés.

Que el invierno es frío en Alicante es tan cierto como que hay quien no tiene ni esos 575 euros para pasar el mes. Y eso sí que no calienta nada. Pero mire usted que Alicante, la ciudad de las flores en parterre, tiene unas sobras de liquidez desconocidas hasta ahora. Qué exageración.

Cuando estudiaba -hace ya bastante- y llegaba a casa por la noche comprobé que en Alicante había escenas muy poco edificantes. Las ciudades tienen un gran colorido humano. Un día había unos señores que vigilaban las esquinas mientras llegaba yo con cara de pardilla a la librería Set i Mig apretando el paso. Cuando una es lila como yo, se da cuenta de lo que van las cosas a menos de cien metros. Aquellos hombres eran de los que pasan frío por la noche. Hay mucha gente aterida e invisible. Las señoras escoltadas por aquellos hombres también pasaban lo suyo en todos los sentidos. La mujer de las castañas de Maisonnave, el vendedor de ciegos. La abuela del batín azul de lana pirineo que me maldecía por no darle nada: ella no sabía que no tenía más que el billete de autobúsÉ

El frío de Alicante, húmedo y salado, era mayor en la plaza de Correos, en la calle San Fernando. Caras de mirada huidiza, paisaje de currantes, emigrantes chinos (de cuando un chino era algo excepcional) cargando bultos desproporcionados. Asfalto negro, siempre, sucio de hollín o cualquier cosaÉ Y travesando una callejuela, el mar en todo su esplendor: brillante, inmenso. La Explanada con sus señoras empiringotadas de chaqueta de ante y perro a juego. Camareros replanchados, terrazas que huelen a café y pan tostado, zumo de naranja natural; pereza de capital, la concha de los conciertos. Andarines, furgonetas de reparto: la vida limpia de los anoraks caros. El calor de la ropa de los municipales que contrasta con la falta de cualquier cosa cálida, sea abrigo, sopa o sosiego. Así lo veo cerrando los ojos. Alicante, guapa. A veces.