Quién le iba a decir al presidente de la Generalitat que, peor de como está la hacienda pública, iba a acabar su conseller. ¡Ay, Vela! Las salpicaduras de Blasco son mortales de necesidad aún permaneciendo en el hemiciclo. De haberse visto abocado a abandonarlo, igual no queda vivo ni el crucifijo de Cotino. Fabra aún lo está, pero así así. Dentro del nuevo episodio febril, lo más eficaz creo yo que habría sido cortar el virus con el nombramiento inmediato del sustituto pero el encargado de hacerlo se ha detenido en felicitar al dimisionario por su curro deseándole lo mejor. Claro que también hay que tener en cuenta que, más que una afección, lo que rodea al inquilino del Palau es una epidemia. Por eso ha cogido fuerza la posibilidad de que sea el número dos de Hacienda el que tome el relevo a fin de evitar el tratamiento de choque que exige la radiografía completa. Como siga en este tono, los primeros que se van a querellar conmigo son los farmacéuticos que han abierto medio desabastecidos. Ahí los supera Fabra, que se encuentra desabastecido del todo. Estando en vela ha tenido que supervisar la entrega del escaño en propiedad del condenado de la Vega. Y es que cuando las cosas vienen mal dadas... Tenía previsto el hombre cargar la batería antes de decir adiós a sus intervenciones hasta febrero -menos mal que íbamos a suprimir los puentes- anunciando el pago a los dependientes de parte de la deuda cuando el presidente de la Cámara, monseñor Cotino, echó al grupo de perjudicados por tanto retraso y se armó, lógicamente, la de Dios es Cristo. En fin, un panorama más que preocupante que se agrava con los mejores deseos que ha remitido el jefe del Consell a Orenga, el nuevo seleccionador nacional de los Gasol y compañía, con el que, al parecer, jugó en el equipo júnior del instituto en Castellón. Con lo bien que llevábamos lo del baloncesto.