No hay manera de llevar esto como dios manda, y mira que una lo intenta. ¿Es posible ir tan campantes por la vida con la que tenemos encima? Un pobre hombre se ahorca y otro se tira por la ventana antes de ser desahuciados, catorce personas mueren en una patera intentando llegar a nuestras costas como si aquí les esperara algo medianamente decente, el paro en España supera ya el 25% de la población activa, la dirección del PP en las Cortes Valencianas se reparte sobresueldos y en una iglesia de Benidorm se gastan 332.000 euros en un órgano. No falla día en el periódico en el que no conozcamos algún caso de pobreza extrema, la gente busca comida en los contenedores y las ayudas de los organismos públicos no llegan. Compañeros periodistas pierden su trabajo de un día para otro, hay niños que se van a la cama sin cenar porque no tienen suficiente comida y Cáritas no da abasto ni con los 20 millones que le ha donado Amancio Ortega. Ante todo esto, ¿con qué cara te vas a tomar una cerveza al bar o te compras una camisa?

No sé ustedes, pero a mí cada día me da más vergüenza ser feliz. Lo que hasta hace nada era normal, como tener un trabajo, irte al cine el sábado o programar un viajecito a Cáceres para el puente de Todos los Santos, se ha convertido en un lujo; y quejarse teniendo trabajo, salud y una familia normal, en una obscenidad. ¿Estamos condenados entonces a estar jodidos? Yo antes, cuando estaba de mal humor o había tenido un día de esos, me compraba unos zapatos, pero ahora, ante lo que pueda venir, me cuido mucho de derrochar. Antes podía quejarme en el grupo de amigas de lo malísimo que era el jefe, de los horarios infernales o del condenado estrés, pero ahora ni se me ocurre porque, en el mejor de los casos, alguna va a salir con lo del "no te quejes que tienes trabajo y tu marido también", y vas a acabar sintiéndote fatal.

Luego están esos otros días en los que el cielo es azul, el artículo te ha salido bien, el peque te ha dejado besarle cuando lo has recogido del cole y tu pareja te dice que estás preciosa. Y te tragas la alegría para ti, porque si ya te sientes mal por gastar dinero en tonterías mientras otros no tienen ni para el pan, por quejarte del trabajo por el que muchos matarían o por lamentarte de que tu pareja llega tan cansada que no te hace ni caso cuando hay tanta familia desestructurada, ¿cómo vas a ir por ahí contando que estás como una rosa, que todo lo importante va bien y que eres una persona afortunada estando rodeada de tanta injusticia, de tanta miseria y de tanta incertidumbre?