Anoche actuó Toni Segarra, publicista de historias pegadizas como la de Ikea, república independiente. Contra lo que pueda parecer, no se lo trajo Sonia Castedo para proseguir su campaña de instalación de la tienda, no donde mejor convenga a un pegeú que sigue en bragas, sino donde iría casualmente la república independiente de Ortiz, si es que el Plan Rabasa en cuestión encuentra salida algún día. No, a Segarra, a Pallete, que compartieron charla inaugural, y a otros viciosos en exprimir ocurrencias para que usted caiga en la cuenta, los ha traído la Dipu, el SabadellCam, Renfe y el Imaginarte del culo inquieto que es Antonio Piñero dentro del llamado Club de Creativos para que, entre otras cosas, den ideas sobre nuevos productos Costa Blanca. Demasiado para un par de días y más con el telón de fondo que nos corroe. "Lo que no puedes -advierte Segarra- es ignorar la crisis". Puedes vender como mínimo consuelo al estilo del anuncio de Ikea "donde caben dos caben tres". Sí, por ahí va la tesis del constructor de cabecera, siempre que lo que quepa sea suyo. Por las conversaciones aportadas dentro de este culebrón que ni Pasión de gavilanes, y por los sospechosos movimientos producidos en el otro partido que anduvo gobernando, eso es lo único que parece que tiene que quedar claro. Llegados a este extremo, se necesitaría una operación de cambio de alma para enderezar el rumbo siempre que quien la practique no sea Mariló Montero. Los creativos así lo estiman, desde luego. Según el antes citado, "la publicidad tiene un poder relativo. Solucionamos problemas de comunicación, no de otro tipo. Cuando usamos tacones o un maquillaje, lo que intentamos es enaltecer nuestras virtudes. Y eso hacemos. Los defectos siguen estando, pero disimulados". ¡Uff! Por estos lares entonces, los de Mad Men se habrían hecho cartujos.