Veo un video de Tom Jones: voz enorme, ego ídem. Hay que tenerlo de dimensiones astrales para ponerse esa indumentaria -lo que daba la época- y bailar con ese ahínco cadera aquí, cadera allá. Su ego es del bueno, porque además de su vozarrón atemporal comunicaba como poco una sonrisa, sin olvidar que sirvió de fantasía a muchas señoras que hoy están algo mayores, pero que tuvieron su momento de esplendor.

Hay últimamente muchos egos revueltos. Los de los políticos ganadores y perdedores según su criterio y el de otros; también destacable el ego de los que piensan que hay que desmontar el sistema como un lego sin aportar el plan b. Los que más equilibrados se mostraron hasta ahora fueron los que dieron clases de civismo en Neptuno; no tienen el menor interés en hacerse famosos o sobresalir: y luchan por gente a la que no conocen. Se merecen un reconocimiento.

Mientras la policía se posicionaba, Montoro hacía lo propio. Con su risa floja habitual dijo que los presupuestos presentados eran "los más sociales de la democracia". El cinismo de este señor a veces no se puede tragar ni con toda el agua extraída del subsuelo de Lorca, que algo tendrá que decir alguien al respecto, porque consecuencias hubo del despropósito geológico. Nuestra alta política es más profunda, magmática, pero ante momentos de ansiedad es como la plata fundida, sin seguir el procedimiento de enfriamiento adecuado se gallea. Rubalcaba es químico y se nota. Montoro es lo que es y pone a los manifestantes incandescentes en la pila de agua fría: error.

Sus números dejan al margen de la vida digna a cuantos no pertenecen a eso que yo jamás he conocido desde dentro, la clase media. Presenta presupuestos de Martini y campo de golf. La dependencia, las mujeres maltratadas, las políticas de fomento de empleo o la educación están aniquiladas, pero la amenaza de la bancarrota, hábilmente deslizada se filtra en el debate. No habrá dinero para nóminas o para pensiones es un lema que se repite para hacer que se trague el ricino. Porque habéis sido malos, por votar a Zapatero, por gastar demasiado. Nada se puede hacer y posiblemente la satisfacción del ministro se halle en el hecho de habernos hecho creer que si nos quedamos catatónicos como Rajoy, quietos, petrificados podremos salir de esta, como una familia de telefilm encerrada en una leñera mientras pasa el tornado. El tornado es el Gobierno, pero si se le dice una palabra más alta que otra, nos amenaza con subir la potencia del generador de viento que no falla: tecnología alemana a prueba de bombas.

El ego más llamativo de esta tarde noche me lo ofrece Urdangarin. Se grabó como un actor del método. O es eso o cree sus propias mentiras. Parece que el aún duque quiso medrar en el ramo de los allegados y perpetuarse como si su sangre azuleteara, pero no pudo ser y ahora queda in pelotibus en el libro de Eduardo Inda, que muestra la realeza borboneando en todo su esplendor. Luego vendrá el ego te absolvo.

Sólo falta Montoro diciendo "esta la pago yo". Quien dice yo, dice nosotros.