Retorciendo la frase de la película de Almodóvar, llega el momento de hacerse la gran pregunta: ¿Hay alguna posibilidad por pequeña que sea de salvar el tren Alcoy-Xàtiva? La respuesta es radicalmente clara: no. En estos precisos momentos, la continuidad de este maltratado tramo ferroviario sólo podría asegurarse mediante algún tipo de suceso milagroso. Por ejemplo, que al tipo de Fomento encargado del cierre de líneas deficitarias se le traspapelara el expediente de nuestro ferrocarril o que sufriera una momentánea falta de riego cerebral al examinar esta documentación.

El tren está embarrancado en un callejón sin salida. La única manera de asegurar la supervivencia de este trazado tercermundista pasaría por una importante inversión de fondos públicos, para poner en marcha un plan de mejoras y convertir la línea en un servicio realmente útil y socialmente rentable. En estos tiempos de terrorífica crisis económica, en los que los gobiernos no tienen dinero ni para pagarles las aspirinas a los ancianos enfermos, plantear esta hipótesis es hacer una estéril incursión en los territorios literarios de la ciencia ficción.

La línea Alcoy-Xàtiva está incluida en todas las listas negras de tramos condenados al cierre. Cada vez que la ministra de Fomento comparece para hablar de presupuestos o de política ferroviaria, a la comarca entera se le encoge el corazón ante la posibilidad de que se anuncie el tan temido final. El colectivo "Salvem el tren" hablaba de recuperar el espíritu de las grandes movilizaciones de 1984 y si uno lo piensa bien, comprobará que el tramo ferroviario está igual o peor que en aquellos tiempos, en los que se burló milagrosamente la primera amenaza de supresión.

Para llegar a este estado de sobresalto permanente, ha hecho falta recorrer un largo camino de irresponsabilidades políticas y de falta de visión de futuro. A lo largo de los últimos 28 años, se han desaprovechado todas las oportunidades de amarrar de forma definitiva la supervivencia del tren. Las vacas gordas han pasado de largo y se han desperdiciado magníficas ocasiones para conectar la línea con Alicante o con los grandes núcleos ferroviarios previstos para localidades como Villena. La primera responsabilidad de este error histórico les corresponde a las autoridades locales, que se han mostrado absolutamente incapaces de presionar en Madrid y Valencia a la hora de defender un proyecto de comunicaciones que habría cambiado para siempre la faz de estas comarcas. También han jugado un papel patético los sucesivos gobiernos centrales y la Generalitat; dos administraciones empeñadas en arruinarse, enterrando miles de millones de euros en costosas redes de AVE con una utilidad más que dudosa. Sin embargo, el retrato de todas estas renuncias estaría incompleto sin una referencia a la actitud de absoluto desinterés con que la sociedad alcoyana y comarcal ha afrontado la vergonzante degradación de esta línea férrea. Con excepciones contadísimas, hay que reconocer que los habitantes de estas tierras llevan casi tres décadas viviendo de espaldas al tren y considerando el futuro del tramo como un tema absolutamente secundario. El que tenga alguna duda al respecto, sólo tiene que mirar las hemerotecas correspondientes a las campañas electorales de los últimos 28 años, para comprobar la ausencia total del tren en el debate político.

Ante la acumulación de señales negativas, surgen nuevamente las voces de alarma. "Salvem el tren", un colectivo que se ha especializado en clamar en el desierto, hace su enésima intentona para implicar a nuestras autoridades, a nuestras instituciones y a toda la sociedad en la defensa del último bastión ferroviario de estas comarcas. El llamamiento se produce en el peor escenario posible: una España y una Comunitat Valenciana hundidas en la ruina, en las que las administraciones recortan gastos en los servicios más básicos y en las que el mantenimiento de una línea de ferrocarril pequeña y con poquísimos viajeros parece casi un lujo.

Vivimos días de pesimismo y resulta inevitable pensar que esta movilización general (en el caso hipotético de que se produzca) llega demasiado tarde.